28.5.18

MENORCA 3 (calas)


Cala Galdana

El jueves 10 no contábamos con la presencia de José Luis debido a sus ocupaciones, y aunque nos recomendó vivamente una visita a Ciudadela, proporcionados indicaciones precisas sobre como llegar, aparcar y lugares interesantes que visitar, nos decantamos por una jornada de calas. Elena y Marijo se marchaban al día siguiente y todos teníamos ganas de un poco de playa.

Así que nos dirigimos en primer lugar a Cala Galdana y sus impresionantes acantilados. Esta cala es muy amplia, con aguas transparentes que se tornaban en diversos matices de verdes y azules playa adentro. Junto a ella hay una ría en la que desemboca el río, que venía cargado de lodo por la tormenta del día anterior. Su color terroso se iba diluyendo con el mar azul en la desembocadura.

Llegados a este punto Elena y Buensu se decantaron por hacer un paseo senderista señalizado que las conduciría a bellas y recoletas calas, mientras Marijo y yo optamos por recorrer la playa de Cala Galdana haciendo geoterapia (que tan bien me sienta) con nuestros pies descalzos entre la fina arena y las cristalinas aguas.

Después Marijo y yo nos sentamos en un banco de madera, de los muy abundantes en esa playa, bajo la protección de uno de los frondosos y también abundantes pinos allí. Porque el día era soleado y se agradecía la sombra y la fresca brisa que nos acompañó. Y charlamos largamente.

Luego recorrimos la acera opuesta a la playa hasta aposentarnos en la terraza de uno de sus bares (ALASKA), dónde, resguardados del sol, esperamos el regreso de las senderistas. Cuando llegaron  decidimos quedarnos a comer allí mismo por su cercanía y asequibles precios.

Fuente-grifo en Cala Galdana

Después volvimos a la cala para que Buensu y Elena pudieran recorrerla, incluido un corto recorrido por sus acantilados en los que abundaban cuevas incluso con ventanas excavadas. Regresamos a la playa y Marijo y Elena tomaron un baño de sol. Cuando hubieron terminado reemprendimos el regreso hacia el coche, no sin fotografiar una llamativa fuente-grifo que parecía colgar del cielo.


Cala Tirant

De allí nos trasladamos a Fornell y su Cala Tirant, donde el mar estaba bravío; y continuación buscamos un faro para contemplar la puesta de sol, pero tras recorrer una sinuosa y estrecha carretera ceñida por muros de piedra, no dimos con él. De modo que acometimos la vuelta al apartamento donde, tras la cena, nos retiramos pronto porque Elena y Marijo partían temprano a de regreso a su tierra en la mañana siguiente. Era el fin de una etapa.


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