20.9.18

El hombre sin atributos




Acometí la lectura de esta novela de Robert Musil a mediados del pasado invierno. Era una tarea que tenía pendiente.

La comencé a leer en papel, sacada de la Biblioteca Municipal pero, al ver lo intrincado de ella y sus dos volúmenes que suman casi 1500 páginas, decidí adquirirla en digital, entre otras razones porque este formato me permitiría subrayar los pasajes más interesantes.

Es un libro denso y difícil; con la complicación de que está inacabado debido a la muerte de su autor antes de acabarla. Pero resulta que está considerada una obra maestra, o imprescindible, de la literatura del siglo XX.

Si bien hay una primera parte novelesca que gira en torno a la “Acción Paralela” (la celebración del aniversario del emperador Francisco José), la obra da un giro tras la muerte del padre del protagonista (Ulrich, el hombre sin atributos, sin cualidades o metas) cuando éste se reencuentra con su hermana Agathe. Este giro es importante pues la obra comienza a hacerse más filosófica, también lírica a veces. Creo haber leído en algún sitio que el autor se estuvo planteando hacer una obra de aforismos en lugar de novelada.

Los hechos se sitúan en el año anterior a la Gran Guerra, en el Imperio austrohúngaro (Kakania) y resultan un gran fresco de la sociedad del momento, que vive los cambios que se están produciendo en todos los campos, desde la ciencia a la economía pasando por la ideología, los valores, las divergencias… Pero también de como esos cambios afectan a los individuos, que necesitan un creencia, una fe en las que apoyarse porque si no se sienten perdidos; una idea que posteriormente trataría con exhaustividad E. Fromm en su libro El miedo a la libertad.

También supone la introspección de una persona que reflexiona acerca de sí mismo y de esos cambios exteriores con ojos de científico y que, en cierto modo le resbalan, aunque le llevan  a ocuparse de la diferencia entre “moral” y “ética”. Hay algo de parecido entre la vida del autor y su personaje. Y nos queda la duda de qué hubiera escrito Musil de haber vivido nuestros tiempos de Internet, de cambios vertiginosos y mucho más acelerados que entonces; la “sociedad líquida” de Z. Baumman.

Hay personajes que a lo largo de la novela van declinando, como el de Diotima, y otros que van creciendo, como el general Stumm o Agathe, la hermana “gemela” del protagonista, que parece “consumar” o “consumir” el incesto.

En cualquier caso, y -a pesar o gracias- a sus disquisiciones filosóficas, merece la pena leer para poder entender al “hombre moderno”. O sea, tú y yo.