Taula de Torralba
El segundo día asistimos a un grato maratón arqueológico,de época talayótica y anterior. Fuimos conducidos por el generoso José Luis, que se tomó el día libra para guiarnos.
Comenzamos la jornada visitando la Taula de Torralba (Torralba den Salord), impresionante y más compleja de lo que esperaba de las taulas, sobre las que J. Luis explicó las diversas teorías sobre su cronología y funciones, así como su propia teoría al respecto que, de momento, se reserva. También recorrimos otros yacimientos a su alrededor (canteras, cuevas…)
Luego nos dirigimos a un dolmen de corredor y después a un yacimiento posterior de gran complejidad (Torre d’en Galmés) con su salas hipóstilas y conducciones de agua, además tres talayots y, a sus pies, un conjunto de casas talayóticas que me sorprendieron.
Sala hipóstila en Torre Galmés
Tras la exquisita comida, en el Restaurante Casa Andrés de Son Bou, por la tarde hicimos una ruta de senderismo por el Barranco de Algendar; un barranco que parece separar la isla en dos mitades geológicas diferentes. Un bello y frondoso paseo con calzada romana y lo que me parecieron algunos eremitorios. Y llegamos hasta una enorme encina (árbol singular) de casi 500 años.
Eremitorio al final del Barranco de Algender
Encina de 5 siglos al final del Barranco.
Y allí nos empezó a llover, cosa para la no íbamos suficientemente preparados; así que caminamos bajo lluvia hasta que ésta se fue intensificando y hubimos de ir resguardándonos, de hito en hito, donde los árboles nos daban cobijo, hasta que por fin alcanzamos un refugio rocoso cuando la lluvia arreciaba con fuerte aparato eléctrico y truenos amenazantes que resonaban en el pétreo barranco. La lluvia no cesaba mientras la tarde seguía su avance. Pasamos allí largo rato, que acortamos entre bromas y risas; asistimos a un concierto de ranas que Marijo grabó y vimos el panel existente sobre una leyenda (creo recordar sobre una niña o joven). Finalmente la lluvia fue amainando hasta que nos permitió salir y retomar el camino de vuelta hasta el coche. En el automovilístico regreso fue cuando vimos el prometido arco iris (doble), que fotografiamos haciendo una parada.
Arco iris al final del recorrido
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