26.5.18

MENORCA 1



 
Naveta de Rafal Rubí

Tras una lluviosa noche en Granada al día siguiente (martes 8 de mayo), partimos de su aeropuerto con destino a Menorca haciendo escala en Barcelona. En total unas 6 horas entre aeropuertos y aviones.

A la llegada al de Menorca nos estaban esperando los amigos Marijo, José Luis y Elena (esta última que conocimos allí y que tan encantadora resultó). Cargaron nuestro equipaje en el coche alquilado que nos sirvió para recorrer toda la isla en los días siguientes. Como era temprano (18 horas) y había horas de luz suficiente, nos condujeron a visitar la naveta de Rafal Rubí; una naveta de enterramiento a la que pudimos acceder a través de su reducida entrada. El monumento mostraba a su alrededor un campo lleno de flores multicolores y enormes acebuches arbóreos como nunca había visto. 


Sistema de canalizacion en el santuario de la Virgen del Toro.

Después José Luis, nuestro amigo menorquín, nos llevó al punto más alto alto de la isla: El Santuario de la Virgen del Toro topónimo interesante aunque parece va a asociado a San Lucas. Desde su mirador se podía disfrutar de unas magníficas vistas de la isla mar incluido. En el atrio o patio de entrada al santuario estaban expuestos unos molinos de mano prehistóricos cuyo tipo desconocía. Y también una peculiar forma de canalizar el agua de sus tejados hasta el suelo.

Después nos dirigimos a nuestro alojamiento: un amplio apartamento con estupendas vistas al cercano mar y un cuidado jardín; como todo en esta isla que me resultó llamativamente verde y tranquila. Nada que ver con el turismo de masas de Mallorca o Ibiza. A destacar sus constantes cercados de piedra (bocages) que el gobierno insular se encarga de mantener, al tiempo que se cuida de las construcciones monstruosas, tan frecuentes en nuestra costa mediterránea.


Vista desde nuestro apartamento

Antes de llegar al apartamento, que compartiríamos con Marijo y Elena, hicimos una para técnica en un supermercado dónde no abastecimos de lo necesario para la cena y parte de las jornadas siguientes. Y luego llegamos a nuestro destino, ubicado en un pequeño núcleo llamado Sant Tomè. Nada más llegar y tras aposentarnos, Elena se puso callada, laboriosa y humildemente a prepararnos la cena, que transcurrió en animada conversación, grata, y que se prolongó hasta pasada la medianoche. ¡Y es que había tantas cosas que contarnos! (desde el viaje a Egipto).

Buensu, mi compañera de viaje por tierra, mar y aire, enseguida conectó con sus nuevos amigos (yo intuía tal posible afinidad). Especialmente con Elena, dados sus gustos y conocimientos sobre la flora, que no dejaron de recolectar flores y plantas. Primero para ornamentar nuestro alojamiento y luego, en dura travesía, intentar que arraigaran en sus hogares. Les deseo suerte y espero ver sus “frutos”.

En cuanto a mí, se me trató como un rey: me concedieron la habitación más espaciosa del apartamento, con amplio cuarto de baño propio dotado de una enorme y moderna bañera y una terraza también propia. Un lujo que agradezco.

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