31.10.18

El barón rampante




Hace seis años (en la noche del sábado 1-9-2012) terminé de leer esta novela que fue una grata sorpresa, a pesar de que del mismo autor ya había leído Las ciudades invisibles y Los amores difíciles, también novelas excelentes.

Como siempre (con algo más de tiempo y método esta vez) he subrayado frases o pasajes que me han gustado o llamado especialmente la atención. Esta serie de breves escritos trata de ser una recopilación de ellos.

El protagonista es un niño de la pequeña aristocracia que se va a vivir a los árboles “en un gesto de rebelión contra la tiranía familiar” (los entrecomillados son citas literales del libro en la edición que he manejado, editorial SIRUELA 2006). El joven se quedará a vivir allí para siempre. Pero no como eremita, sin participar en la vida del lugar, “aunque entre él y sus semejantes mantenga siempre esa mínima pero infranqueable distancia”.

Un libro que su autor sitúa cercano a la Alicia de Carroll, a Peter Pan o al Barón de Munchhausen, aunque declara que su verdadero tema narrativo es que: “Una persona se fija voluntariamente una difícil regla y la sigue hasta sus últimas consecuencias, ya que sin ella no sería él mismo ni para sí ni para los otros”. Y no dejo de ver esta afirmación relacionada con cierta finalidad moralizante de la obra: “…la desobediencia cobra sentido sólo cuando se convierte en una disciplina moral más rigurosa y ardua que aquella contra la que se rebela”.

Como las aventuras del protagonista transcurren sobre los árboles (un nivel que puede resultar simbólico)  se nombra a muchos de ellos, cosa que –además- puede deberse a las profesiones de los padres del autor: naturalista y agrónomo respectivamente. Encinas, robles, olivos, algarrobos, nogales… aparecen en el libro, aunque sustituidos al final por las nuevas modas traídas de los continentes descubiertos: eucaliptos, ficus, palmeras… Si bien el arbóreo catálogo posiblemente no iguala al de El Señor de los Anillos.


Este protagonismo (y amor) por los árboles, queda también reflejado en el proyecto de una “Constitución”  para Génova, bajo el influjo de la Revolución Francesa:

"Comenzó en esa época a escribir un Proyecto de Constitución de un Estado ideal fundado en los árboles, donde describía la imaginaria República Arbórea, habitada por hombres justos."

El cual tituló así: "Proyecto de Constitución para Ciudad Republicana con Declaración de los Derechos de los Hombres, de las Mujeres, de los Niños, de los Animales Domésticos y Salvajes, incluidos Pájaros, Peces e Insectos, y de las Plantas tanto de Alto Tallo como Hortalizas y Hierbas!"

Y ahora, paso citar otros pasajes o frases que me han gustado. El primero de ellos es cuando el narrador habla del ánimo malvado (y creativo) de su hermana:

"Su ánimo malvado se manifestaba sobre todo en la cocina. Era una excelente cocinera, pues no carecía de diligencia ni de fantasía, dotes principales en toda cocinera, pero donde ella ponía las manos nunca se sabía qué sorpresas podían llegar a la mesa: una vez había preparado unas tostadas de paté, finísimas a decir verdad, con hígado de ratón, y sólo nos lo dijo cuando ya las habíamos comido y apreciado; por no hablar de las patas de saltamontes, las de atrás, duras y dentadas, puestas en mosaico sobre una tarta; y las colitas de cerdo asadas como si fueran rosquillas; y aquella vez que mandó cocer un puerco espín entero, con todas las púas, quién sabe por qué […] Estos platos de Battista eran obras de delicadísima filigrana animal o vegetal: cabezas de coliflor con orejas de liebre puestas sobre un cuello de piel de liebre; o una cabeza de cerdo de cuya boca salía, como si sacara la lengua, una langosta roja, y la langosta sostenía en las pinzas la lengua del cochino como si se la hubiera arrancado. Y además los caracoles: había conseguido decapitar no sé cuantos caracoles, y las cabezas, aquellas cabezas de caballitos blandos, blandos, las había clavado, creo que con un palillo, cada una en un profiterol, y parecían, al llegar a la mesa, una bandada de pequeñísimos cisnes." (Páginas  23 y 24 de la edición que sigo)


El gato salvaje

El niño protagonista, al principio de su huida a los árboles, tiene que enfrentarse a un fiero gato salvaje:

"Estaba sano y salvo, empapado de sangre, con el animal salvaje tieso en el espadín […] Aullaba de dolor y de victoria y no entendía nada y seguía agarrado a la rama, a la espada, al cadáver del gato, en el momento desesperado de quien ha vencido por primera vez y ahora sabía qué  desgarramiento es vencer […]

Corrí junto a la Generala, a la terraza. –Señora madre- grité-, ¡está herido!
-Was? ¿Herido cómo?- y ya apuntaba el catalejo.
-¡Herido como un herido! –dije yo, y la Generala pareció encontrar pertinente mi definición."
(p. 67)


Desde arriba todos parecéis pequeños

Nuestro protagonista se encuentra encima de un árbol leyendo el Gil Blas cuando llegan dos hombres persiguiendo a un bandido que quiere ocultarles. Los esbirros lo interrogan sobre si lo ha visto:

"-Buenos días, Señoría –dijeron-, ¿no habréis visto por casualidad correr al bandido Gian del Brughi?
-No sé quién sería –respondió Cosimo-, pero si buscáis a un hombrecito que corría, ha ido por allá, hacia el torrente…
-¿Un hombrecito? Es un hombre como un castillo, que da miedo…
-Bueno, desde aquí arriba todos parecéis pequeños…" (p. 108)


La deriva de las asociaciones

 Ante los incendios provocados que asolan el territorio donde vive nuestro protagonista y sus conciudadanos, entre todos deciden crear una asociación para combatir esos desastres. En principio, resulta  eficaz...

"En seguida, como sucede en toda asociación, nació un espíritu de cuerpo, una rivalidad entre los pelotones, y se sentían dispuestos a hacer grandes cosas […]
[Cosimo] Aprendió  esto: que las asociaciones hacen al hombre más fuerte y ponen de relieve las mejores dotes de las personas aisladas, y dan una alegría que raramente se alcanza actuando por cuenta propia, la de ver cuánta gente honrada y valiente y capaz hay, para la que vale la pena querer cosas buenas (mientras que viviendo por tu cuenta ocurre muy a menudo lo contrario, que se ve la otra cara de la gente, esa por la que es preciso tener siempre la mano en la guarda de la espada).

Así, pues, el de los incendios fue un buen verano; había un problema común que a todos nos interesaba resolver, y todos lo anteponían a sus otros intereses personales, compensándoles por todo la satisfacción de hallarse en concordia y amistad con otras muchas personas excelentes.

Más adelante, Cosimo tendrá que comprender que cuando el problema común ya no existe las asociaciones no son tan buenas como antes, y que vale más ser un hombre solo y no un jefe."(p.126)


 ¿Viola casquivana? (elegancia de la expresión 1)

Nuestro personaje, ya adulto, sigue enamorado de una chica (Viola o "la Sinforosa") que conoció cuando ambos eran casi niños. El narrador de la novela, hermano de Cosimo, le dice que la ha visto en París:

"-¡Ah! ¿La has visto? ¿y cómo estaba? Dime: ¡cómo estaba?.
-Muy bella y brillante –respondí lentamente-, pero dicen que este perfume es aspirado por muchas narices…" (Página 191)


Los celos

Cosimo, nuestro protagonista, y su amada, discuten sobre los celos:

"-¿Qué quieres decir? ¿Qué estoy celoso?

-Haces bien en estar celoso. Pero tú pretendes someter los celos a la razón.

-Claro: así los hago más eficaces.

-Tú razonas demasiado. ¿Por qué ha de razonarse el amor?

-Para amarte más. Todo, si se hace razonándolo, aumenta en poder.

-Vives en los árboles y tienes la mentalidad de un notario con gota…." (página 191)


Simpatía por los zapadores

Durante las guerra napoleónicas, nuestro protagonista y sus conciudadanos deben soportar la invasión de las tropas contendientes. Esta es la opinión de Cosimo sobre el Cuerpo de Zapadores:

"[…] los zapadores eran distintos de todos los demás militares. Quizá eso dependía del hecho de que no dejaban tras de sí ese rastro de desastres y despilfarros de las otras tropas, sino la satisfacción de cosas que quedaban y la ambición de hacerlas lo mejor posible […]

 De día, Cosimo ayudaba a los trazadores a delinear el contorno de la carretera. Nadie era más capaz que él para hacerlo; conocía todos los pasos por los que podía discurrir el camino con menor desnivel y menor perdida de plantas. […]

Al menos, de toda aquella presencia de soldados robagallinas derivaba una ventaja: una carretera hecha a sus expensas."(p.23)


Impuestos y "revolución"

Como ya señalamos en la nota anterior, la región donde vive nuestro protagonista, Cosimo, se ve envuelta en las guerras napoleónicas...

"En las cuadras, los napoleónicos requisaban cerdos, vacas, incluso cabras. En cuanto a tasas y diezmos, era peor que antes. Y además se impuso el servicio de leva."( P. 231)


Conversación con un oficial ruso

También durante las guerras napoleónicas, Cosimo se encuentra con un oficial ruso con el que conversa. Este es el final:

"El oficial, de melancólico, había pasado a estar nervioso.
Alors –dijo- je dois m’en aller –saludó militarmente-. Adieu, monsieur… Que lest votre nom?
-Le Baron Cosme de Rondeau –le gritó Cosimo, cuando él ya había partido-. Proshaite, gospodin… Et le vôtre?
-Je suis le Prince Andrei… -y el galope del caballo arrastró consigo el apellido (p.238)


Final genial

El narrador, hermano del protagonista (Cosimo), pone así punto final a la narración:

"Ombrosa ya no existe. Al mirar el cielo despejado, me pregunto si ha existido alguna vez. Aquella abundancia de ramas y hojas, bifurcaciones, lóbulos, pelusas, menuda y sin fin […] era un bordado hecho sobre la nada que se parece a este hilo de tinta que he dejado correr por páginas y páginas, […] y luego se atasca, y luego vuelve a enroscarse, y corre y corre y se devana y envuelve un último racimo insensato de palabras ideas sueños y se acaba." (Página 243)






20.10.18

EXPOSICIÓN DE ANTONIO POVEDANO EN SALA VIMCORSA


Entrada a la exposición

Visito la exposición de Antonio Povedano en la Sala VIMCORSA, por su centenario.
La temática predominantes son los mundos del toreos, el flamenco y la vidrieras. Y me encuentro con imágenes impactantes. Bocetos, apuntes y obras de calado. A pesar de que algunos temas no me interesan. Pero sus técnicas, su tratamiento, me llaman la atención. Cuadros que te pueden llevar desde el cubismo más simple al expresionismo casi abstracto.

Tengo que volver, entre otra razones por la cámara neo-bisoña que llevaba. Y por la iluminación de las salas..

Y me queda por ver la obra expuesta en la Fundación Rafael Botí.

Picaor

Vi, o me pareció ver, influencias desde Arcimboldo, pasando por Velázquez, hasta el Cubismo órfico o el Expresionismo cuasi abstracto… De Francis Bacon o concomitancias con el coetáneo escultor Aurelio Teno. Y algo de Saura.

Retrato imaginario

Mejor no perderse esta magnífica retrospectiva.


ESTORRENTADO


Un amigo “tico” (costarricense) me da a conocer esTa palabra. No le entiendo y me lo explica verbalmente.

Voy a buscar la palabra en internet con resultados diversos. En un sitio web me sale que el verbo “estorrentarse” quiere decir “salir corriendo”; en otro que procede de “destorrentarse”, es decir, descaminarse, desorientarse. En otros “derrochador”.

Sigo mis pesquisas en el DRAE y no aparece la acepción “estorrentarse” ni “destorrentarse”. Términos que sí aparecen en el vocabulario hondureño o mejicano. También con varios significados.

Pero el sentido en el que me lo dice mi amigo es de “perdido”, “ausente” o “difícil de encontrar”.

Lo más parecido que he oído en el castellano peninsular es “trasconejarse” (otra palabra sin papeles), que me enseñaron unos amigos de Benamejí allá por los ’80, con el mismo significado que el de mi amigo tico: estar ausente, perdido, inencontrable.

Y es que el lenguaje es una cosa viva, por más que políticos e instituciones se empeñen en legislarlo. 






16.10.18

Periplo por la Toscana


Catedral de Siena

Partimos desde el aeropuerto de Madrid rumbo a Bolonia, donde tomamos un tren de alta velocidad (Frecciarossa) hasta Florencia, donde no esperaba Paolo, que nos trasladó en su coche hasta el nefasto hotel Il Gardino de Siena. Hasta ese momento todo iba bien, pero al llegar a la recepción de ese hotel nos dijeron que no teníamos reserva y que estaba completo. Una felonía. Sorpresa y desagrado, especialmente para el entregado Paolo que había hecho la reserva personalmente y semanas antes por encontrarse cercano a su casa. Posiblemente la mala pasada que nos jugó el personal se debiera a que los precios de de los hoteles de la zona se habían disparado por un evento, y el precio acordado previamente era mucho más bajo. Picaresca. Eran las 21 horas y Paolo decidió llevarnos a su casa, a pesar de que había quedado en ella para cenar con familiares venidos de otra localidad. Desde su casa, y mientras hacía los preparativos para le cena, nos fue buscando alojamiento con el apoyo telefónico y luego presencial de Cecilia. Estaba muy preocupado y nos preocupaba el sofocón que llevaba encima. Y nos invitó a la cena familiar, donde Alberto, Paco y yo degustamos la exquisita comida casera (fatto in casa) preparada para ocasión y regada con estupendo vino italiano. Mientras tanto llegó Cecilia para llevarnos a un hotel que habían encontrado a módico precio al menos para pasar esa noche. El hotel (La Vecchia Cartiera) está muy bien, en el centro de Colle di Val d'Elsa y había sido una antigua fábrica de papel que conserva en su exterior las presas de las canalizaciones hidráulicas para su abastecimiento.

Mecanismo de la canalización

A la mañana siguiente estaba solucionado el problema: ya nos habían encontrado un sitio definitivo para el resto de los días: un hotel rural estupendo en medio del campo (Relais Castel Bigozzi), nuestra “villa en la Toscana” con maravillosas vistas, muy tranquilo, excelentes instalaciones y trato deferente por parte del personal. Además decorado con un fresco de la batalla medieval de Colle, cosa de la que nos enteramos dos día después al visitar el Museo de San Prieto. En fin, que “no hay mal que por bien no venga”. Lo malo es que teníamos esclavizados a Paolo, Cecilia o Patricia, para los traslados a la ciudad y regreso al hotel ya que no teníamos coche. Todo generosidad por parte de los colegas profesores y ya amigos. Grazie Mille!


Land Art

Como fuimos el primer grupo internacional en llegar a la reunión, Paolo nos llevó a visitar la bella abadía románica A Isola, en cuyo atrio se exhibía una intervención de “Land Art” a base de piedras, afamado cristal de la zona y cerámica. Además nos enteramos de que nos encontrábamos en la Vía Francigena, una ruta de peregrinación desde Roma a Canterbury que enlaza en Francia con el Camino de Santiago. Después visitamos Monteriggioni.  Y luego  Paolo nos condujo a Siena, donde comimos con sus familiares de la noche anterior en un buen restaurante en una pintoresca calle empinada, por lo que utilizan unos llamativos artefactos de madera para nivelar mesas y asientos. Tras la comida Paolo partió para recoger a los profesores turcos, mientras nosotros paseamos por la bella ciudad plagada de monumentos, y nos encontramos a Paolo con Semih y Umut, venidos de Trebisonda. Quedamos en vernos en la grandiosa iglesia de Santo Domingo, que visitamos, para luego trasladarnos al hotel y volver a Siena para la cena, en la que ya se incorporaron las profesoras griegas e italianas. Estábamos todos.


Artefactos para nivelar sillas y mesas

San Gimignano

El lunes 1 de octubre fue la primera sesión de trabajo en el Liceo Statale Alessandro Volta, el centro anfitrión, en Colle di Val d'Elsa. Allí visualizamos varias presentaciones realizadas por alumnos del centro y luego una reunión para ver la marcha del proyecto. A continuación hubo una visita a distintas dependencias del instituto, cuyas paredes estaban decoradas por los alumnos con dibujos y frases. Luego del intercambio de regalos todos partimos hacia la fotogénica población de San Gimignano, donde disfrutamos de una visita a su abadía benedictina guiada nada menos que por su abadesa. Aprovechando que había un piano en el interior de su iglesia, convencimos a Alberto para que interpretase una pieza de Mozart (sonata para piano N 16, en Do mayor, KV 545) que fue merecidamente aplaudida. Me llamó la atención la portada de esta iglesia porque presentaba elementos decorativos propios del arte mudéjar, como los platos cerámicos de los campanarios de Teruel. Después comimos en un agradable restaurante desde el que se podían ver las altas torres que caracterizan a esta población, y donde probamos el Vin santo que se toma mojando un pan tostado trufado con frutos secos (Biscotti). Pero mientras comíamos, lamentablemente, se desató una tormenta con fuerte lluvia, rayos, truenos y ventolera, que nos impidió pasear por la atractiva ciudad medieval. Por la tarde visita guiada a la “Contrada del Bruco”, una de las asociaciones que participan en la competición del “Palio”.

Batalla de Colle

Al día siguiente visitamos el Museo San Pietro guiados estupendamente por un grupo de estudiantes de formación profesional del Liceo. Una colección que abarca desde objetos etruscos hasta pintura del siglo XX. Y una sección dedicada al escritor a un escritor local, que nos fue explicada por su director, el profesor Migliorini, y que está formada por material del propio autor, su biblioteca y una colección de cuadros donados por él. A continuación tocaba recepción por parte de la autoridad municipal en su monumental ayuntamiento, donde nos recibió un jovencísimo alcalde o teniente de alcalde que nos ilustró sobre los principales hitos de la historia de la ciudad, sus escudos y las fenomenales piezas de cristal allí expuestas. Y por la tarde visita a la moderna mezquita de la misma localidad en la que fuimos recibidos por su imán y su esposa. Ya en el interior continuó la explicación, el imán hizo su oración, con un canto muy refinado, y después contestó a nuestras preguntas, tras lo que nos agasajaron con pasteles y zumos. Todo hospitalidad. Allí me llamó la atención que entre los múltiples ejemplares del Corán, los había que parecían en idioma eslavo, y es que, como explicó el imán, asistían muchos fieles y sus hijos provenientes del este de Europa, y que no sabían hablar árabe.

Florencia

La siguiente jornada estuvo dedicada a visitar Florencia, con la mala fortuna de que al ser miércoles cerraban algunos de los museos o monumentos que nos interesaban. Y en la Academia había un paro parcial de sus trabajadores por problemas de seguridad. No obstante pudimos visitar la iglesia de San Lorenzo y la escalera de su biblioteca, obra del genial Miguel Ángel y entrar hasta el patio del palacio Medici-Riccardi. Tras la comida y reunión en el Mercado San Lorenzo. Nos dispersamos y aproveché para comprarme unas sandalias cómodas, y a bajo precio, que previamente había visto en una tienda en la plaza de San Lorenzo, porque tenía los pies doloridos por mi fino calzado. Después pudimos ver el museo del Bargello con su interesante colección: Donatello, Verrocchio, della Robbia, Miguel Ángel, Juan de Bolonia… También visitamos una pequeña iglesia de la Badía, por su cuadro de Filippino Lippi. Tras ello me dirigí en solitario a hacer fotos de las esculturas originales existentes en la logia frente al Palazzo de la Signoria. De regreso al punto de encuentro, y en la calle peatonal que une la catedral con la plaza de la Signoria, vi una comitiva de Hare Krishnas que iban danzando y tocando instrumentos dando un toque de color, sonido y espiritualidad a la animada calle comercial.


Solería de la catedral de Siena

El jueves la protagonista fue Siena, una visita guiada por una experta en historia, en la que por la mañana visitamos el Palazzo pubblico, con interesantes frescos entre los que se encuentra el retrato ecuestre del condottiero Guidoriccio da Fogliano atribuido a Simone Martini. Allí también me llamaron la atención sus vidrieras no figurativas, de cristal sienés en diversos colores y algunos relieves geométricos de madera en su sillería que simulaban motivos propios del arte hispanomusulmán. Luego continuamos la ruta visitando la espectacular catedral que, por suerte, tenía descubiertos sus maravillosos pavimentos llenos de figuras de piedra, una especie de taracea marmórea con diversos motivos: bíblicos, de la Etruria… Una suerte, porque solo se descubren (levantan las alfombras que los protegen) en el mes de octubre. Luego comimos de pie y en la calle, una rica pizza con base dura y crujiente que regamos con una cerveza: parecíamos jóvenes litroneros españoles…! Ya en la tarde nos desplazamos a la abadía románica de Sant’ Antimo y su bello entorno. Me fijé en las ménsulas de sus ábsides y me llamaron especialmente la atención una que era un modillón de rollos y otra con azulejos; y también un dintel con motivo geométrico celta. Igualmente sus olivos centenarios y el ciprés que compite en altura con la torre de estilo románico-lombardo. De allí fuimos a Montalcino ("Monte de la encina"), localidad célebre por sus vinos, pero que además cuenta con una fortaleza y un pequeño casco histórico monumental y maravillosas vistas sobre la campiña toscana. Allí me agradó un panel con ilustraciones artísticas de los más diversos el vino de la región (¡A ver si aprendemos los de Montilla-Moriles!). En la ida y vuelta vimos viñedos que al principio de de sus hileras tenían rosales: nos explicaron que se trataba de una medida profiláctica, ya que los rosales sufren las mismas enfermedades o plagas que las vides, pero lo hacen antes y sirven de aviso. De vuelta a Siena, Cecilia nos ofreció en su casa un ágape con dulces y vino blanco, mientras disfrutábamos de las bellas vistas de la ciudad y su entorno campestre mientras se ponía el sol.

Abadía de Sant' Antimo

El viernes 5 no pude asistir a la interesante visita la necrópolis etrusca de Sovana, ni tampoco a la visita de la sinagoga de Pitigliano, porque me encontraba indispuesto; pero a cambio disfruté del relax del hotel, sus jardines y el paisaje circundante.

Castel Bigozzi



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