Enganchado como últimamente estoy a la literatura de viajes, me topé con este libro que tantas satisfacciones, gratas sorpresas y conocimientos me ha deparado. Su autora, Ana R. Cañil es una periodista con un bien nutrido currículum en la prensa española (reportajes, etc.)
En esta obra recoge y recorre las opiniones de viajeros extranjeros por nuestro país - fundamentalmente de los siglos XIX y XX. Los decimonónicos son mayormente conocidos (Irving, G. Borrow, Richard Ford) principalmente románticos, aunque introduce otros forasteros menos conocidos pero que también recorrieron España y plasmaron sus impresiones. La novedad es que incorpora autores del siglo XX e incluso alguno del XXI.
El ladrón de azulejos de G. Doré
Sin embargo, entre los del siglo XIX predominan los que la autora califica de “curiosos impertinentes" o “caramalhuele”, como los califica la autora porque critican nuestro país, sus costumbres y sus gentes de cualquier clase social, en una especie de resentimiento por no acabar de encontrar lo que venían buscando bandoleros y cierto exotismo que esperaban más africano. No obstante, hay otros que simpatizan con nuestras gentes, monumentos y costumbres, destacando la rica diversidad antropológica, paisajística y monumental del la nación; en este sentido me ha sorprendido la falta de mención al italiano Edmundo De Amicis, que recorrió España durante un periodo convulso de nuestra historia como fue Sexenio Revolucionario y, más en concreto, el breve reinado de Amadeo I de Saboya, y que -salvo las corridas de toros y más las peleas de gallos- ensalza siempre con simpatía. En cuanto los del siglo XX no podían faltar Hemingway ni Orwell, pero también nos encontramos con S. Zweig y luego el holandés Cees Nooteboom, el inglés Chris Stewart, músico y batería del grupo de rock progesivo “Génesis” que acabó instalándose en Las Alpujarras y escribió sobre nuestro país un libro titulado Entre limones que resultó un best seller. También entre los más recientes viajeros, que no turistas, se encuentra Jan Morris, galés transexual quién el verano de 1963 viajó por aquí y escribió su Presencia de España por lo que fue alabado por Gerald Brenan “mejor libro de viajes por España”.
Más reciente (siglo XXI) es el caso del francés Jean-Christofe Rufín, médico, escritor, humanista, “espíritu universal”, miembro de la Academia Francesa y otros méritos, que en el año 2000, con más de sesenta años, “se calzó las botas” y emprendió el Camino de Santiago en solitario.
El recorrido que hace la autora de los viajes de estos extranjeros no es lineal, ni cronológica ni geográficamente y así, tras su jugoso prólogo, nos lleva a Granada (Alhambra, Generalife) y desde este cúmulo de sensualidad, nos conduce al frío y sobrio Escorial (monasterio, palacio y panteón real). El capítulo 3 está dedicado a las iglesias prerrománicas de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo. Le siguen Julio Verne por la bahía de Vigo, Segovia y Sevilla, para después volver al norte: La Maragatería y sus peculiaridades. Luego vuelve al sur, concretamente a la Sierra de Guadarrama, para continuar retornando al norte por el Camino de Santiago (el camino primitivo, su génesis y las maravillas de la catedral, como el Pórtico de la Gloria y su iconografía). Pero vuelve al sur: Madrid, ocupándose del Paseo del Prado, para después despacharse en la Barcelona de la Guerra Civil y los sucesos de mayo de 1937.
Finalmente una bibliografía titulada “Los escritores que me han inspirado”, selección de la autora que -me consta- no es exhaustiva.
Entre las anécdotas que incorpora queremos destacar la del ladrón de azulejos de la Alhambra, el mejor cochinillo para comer en un bar-restaurante de Segovia llamado paradójicamente “California”, lo soso que resulta en la visita a nuestra tierra Andersen, el danés escritor de cuentos infantiles, la santa barbuda patrona de las malcasadas y ahora del colectivo LGTBI, el maragato que le compró una biblia a don Jorgito Borrow para vendarla más cara en uno de sus trasiegos comerciales, el interesante y frecuentado bar del Camino de Santiago con fotos y música de Bob Marley, Pink Floyd y otros músicos de la época.
Se echa de menos un índice onomástico y de lugares, cosa que facilitaría mucho la comprensión y orientación del lector y que sería de agradecer en una nueva edición de este libro escrito con estilo ágil y ameno, que sin duda merece la pena leer porque es el reflejo de lo que somos, de lo que fuimos a ojos de los extranjeros que nos visitaron, así como un espejo donde mirarnos y reflexionar sobre nuestra historia.
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