10.12.22

VERSOS MUTANTES




Un soneto me manda hacer…


En fin, el amigo Carlos Domingo me pide que le dé mi opinión sobre su último poemario Versos mutantes, a cuya reciente presentación musicada no pude acudir. 


No; no quiere que le diga que “está bien”, “es bonito”, etc. Quiere que me defina, que califique más precisamente esta su obra. O que la desmenuce, tal vez…


Y me encuentro con el problema de que no soy gran lector de poesía moderna, actual. Me quedé en Quevedo o Bécquer y -como mucho- en Machado o Lorca. Y en la paradoja de tener que replicarle a través de las NN.TT., la cuales no me parecen muy de su agrado a tenor de lo que deja entrever en sus versos y que yo intuía. Tal vez este escrito le llegue a través de su amor sin rostro al que con frecuencia se refiere: “Saberme tú, sentirme tú…


“Versos mutantes”, como mutante es la vida, hoy acelerada por los inventos recientes, aunque siempre vida cambiante: como las nubes, el fuego o sus pavesas; como la vegetación o el paisaje; siempre el cambio al que nos tenemos que someter y resignar aun en la vejez. Cambios, instantes, fotos congeladas que nos hacen rememorar tiempos pasados, quizás más felices pero sin retorno posible, como la corriente de un río, “el río que nos lleva”.


Alegato a favor  de la intromisión de bosque (fragmento de uno de los poemas)


Pero el autor no se muestra demasiado nostálgico. Apunta a lo que vive, a lo que estamos viviendo, certeramente, con bellas imágenes y metáforas; con un lenguaje actual pero muy poético, cálido, amigable y objetivo a pesar de la introspección y el intimismo continuos en sus poemas que, sin embargo, aluden a vivencias universales de la criatura humana. 


Lo he leído despacio, como creo se debe leer la poesía e incluso con la suerte de que muchas evocaciones del libro se han reproducido estos días mientras lo leía: la lluvia, las mandarinas, los narcisos de enero -promesa de una próxima primavera, al igual que los árboles que estos días se desnudan pero que pronto sus ramas albergarán decenas de brotes en su espera invernal. Esperanza, al fin. Cambio. Mutación.


Y el amor a la Naturaleza: los bosques, flores, piedras, el paisaje agreste… Gusto y celebración de ella que desde hace años compartimos y que -en gran medida- reforzó nuestra amistad que no ha mutado.


La edición muy cuidada y el autor saber medir magníficamente los tempos de su escritura.


 Borrador del manuscrito de mi reseña


N. B.: los nombres en negrita aluden a títulos o contenido de poemas en este libro. 




No hay comentarios: