23.1.19

Preparar un viaje (Rumanía)



Viajar es fantástico. Creo que es la mejor forma de aprender, de volverse más cultivado y tolerante; más abierto (aunque caro). Sin duda un viaje organizado nos procura tranquilidad, confianza, sosiego… Pero a menudo no cumple nuestras expectativas y nos sentimos encorsetados. A menos que el viaje sea de placer y nos dejemos llevar.

Aunque hay viajes “organizados” que de ninguna manera lo están, porque sus organizadores no revelan el programa. Y, por comodidad, te dejas llevar por la opinión de los amigos y su (aparente) seguridad ¡Craso error! Cómo me ocurrió  en el último viaje a Egipto, aunque nos condujeron  a sitios que nunca hubiese visitado de otra manera; pero el descontrol, la falta de información, causaron estragos en mi naturaleza; en lo físico y en lo psíquico; de modo que yo, que trato de ser tan equilibrado, sufrí un “patatús” a los pies de la Gran Esfinge que casi me cuesta la vida.

Pero mi intención no es hablar de este tipo de viajes, sino del que organiza uno por su cuenta (ya lo he hecho varias veces). Son los viajes que más se disfrutan; esté todo planificado o solo pergeñado. Y ahora ando en esas…

Estoy preparando un viaje a Rumanía por mi cuenta. Cuento con la ayuda de amigos que están o han viajado por ese país. Y también de libros de viaje como La Guía Azul: Rumanía (Ediciones GAESA) o Rumania (Editorial Laertes), además de un libro que no es exactamente de viajes (A la sombra de Europa, de Robert D. Kaplan) que  despertó mi interés por este país latino, tan desconocido para los occidentales por su lejanía.

Pero, a lo que iba, preparar un viaje resulta tan grato como su realización: disfrutas desde el momento “0”; desde que empiezas a configurarlo  u ocuparte de él: mirando mapas, calculando distancias, viendo fotos de lo verás en directo, saboreando lo que disfrutarás. Aunque al realizarlo tus grandes expectativas se vean truncadas; tal vez porque la realidad no se ajuste a tus sueños, tal vez por las inevitables contingencias a las que estás expuesto: imprevistos, horarios, meteorología, etcétera. Pero resulta grato: una especie de “rumiación”  antes de que te hayas tomado la comida que tanto anhelas. Una experiencia excitante y magnífica.

No sé como saldré de este viaje pero, en cualquier caso ya me está haciendo bien el solo prepararlo ¡lo cual no es poco!



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