23.4.13

Vuelven los libros (XL)

Esta semana se desarrolla la 40 Feria del Libro de Córdoba, con un curioso logo que aúna números romanos con volúmenes. Para mí la cosa se inicia un poco antes porque Pepe González Arenas me dedica y regala varios volúmenes en los que ha participado como autor, sobre actividades del sector primario y parques naturales, algo que no solo me viene bien para mi actividad lectiva, sino igualmente para mi formación continua.  Socieconomía de la pesca deportiva y La actividad cinegética en Córdoba, son dos de los títulos de las obras referidas. Todo ello me trae a la memoria a dos (o tres) personas: en primer lugar a mi profesor de Geografía de Andalucía, Antonio López Ontiveros, con el que tuve el privilegio de hacer algunas excursiones didácticas por la provincia en mis años de universitario, y que tanto hincapié hacía sobre la importancia de la actividad cinegética en algunas zonas de la provincia. Punto de vista que entonces no compartía por el aprecio que siento por los animales y la carga ideológica que lleva esta actividad, practicada –por otra parte- por mi padre, aunque como forma de subsistencia para alimentar seis bocas para las que su salario como trabajador de la madera no alcanzaba. La otra persona que me trae a la memoria es mi amigo franco-español (o al revés, que más da!) Marc Ferrán, que vino al  CIFA (o IFAPA) de Córdoba para hacer su tesis doctoral sobre el cultivo del algodón y siempre muestra un grato recuerdo de Pedro Ruiz Avilés, coautor de algunos de los libros que me regala Pepe González Arenas y al que no conozco personalmente, pero del que me basta la excelente opinión que tiene mi amigo Marc, al que  sigo viendo en nuestra cita anual  durante el veraneo en los Pirineos.

El sábado me doy una vuelta inicial por la Feria del Libro y encuentro al amigo Alberto Monterroso firmando libros. No le puedo pedir que me firme ninguno, pues ya los tengo bien dedicados desde su edición y presentación: tanto El Emperador impasible como La Córdoba de Claudio Marcelo. Pero resulta un grato reencuentro y un sincero abrazo.

Rafael Blanco Almenta me firma el interesante libro Jardines Esotéricos que compré la semana anterior durante su presentación en el Jardín Botánico y cuya portada ostenta una estupenda foto de Paco Madrigal. 


En la caseta de la editorial Séneca mi amigo Óscar me obsequia con un ejemplar de la Antología poética de la Asociación Literaria Wallada, que ha elegido como portada una foto del arco de entrada al mihrab de la mezquita de Córdoba de la que soy autor. Además, una de las autoras (Mª Teresa Morales) fue mi profesora cuando yo contaba con 11 o 12 años e iniciaba el bachillerato en la sección delegada el Instituto Séneca, en la calle Claudio Marcelo. Una profesora de las  que dejan positiva huella porque, en aquellos tiempos en que casi no existían las bibliotecas públicas, nos prestaba sus libros (hablo de finales de los años 60, principios de los 70).

Saludo también a Manolo Patiño, que en sus Ediciones Depapel presenta un poemario que me sorprende gratamente; aunque él trata de justificarse por haber incorporado el “libro objeto” a sus producciones. Y es que estamos hablando de una caja de cartón de media docena de huevos con poemas, canela y un recetario con tal ingrediente. Le pregunto a cuanto está la media docena de huevos y me dice el precio, a lo que le contesto jocosamente que en el Eroski me salen más baratos, aunque no se pueden leer. Resulta que la autora está allí y, naturalmente, sale en defensa de su obra, a la que difícilmente me podré resistir a adquirir.


También saludo a Herme, que sigue en la brecha con su librería Títere y las exquisitas obras de literatura infantil que ya no suelo comprar porque hija y sobrinos se han hecho mayores. Aunque si que adquiriré el Aventuras de Pepe en los patios, del amigo José M. Ballesteros.

Son muchos más los libros y personas que me interesan. Pero sobre los que no sé si el tiempo o el dinero darán posibilidad. Por ejemplo, esta tarde Emilio J. Navarro presentaba un libro de la editorial SÉNECA, acto al que lamentablemente no he podido asistir. Y también me gustaría comprar el libro sobre la Cocina de la Biblia, editada por El Almendro. Así como una Historia de España (al-Andalus) de un historiador árabe medieval. O la revista ESTUDIOS de la anarquista Fundación Anselmo Lorenzo (FAL).

Por otra parte no deja de sorprenderme que la presentación de libro Antonio Jaén Morente: el límite imposible del amigo M. Toribio sobre Jaén Morente, no esté encuadrado en la programación de la Feria del Libro; pero sin duda acudiré al acto que tendrá lugar en el Instituto Góngora el jueves 25 a las 20:30 horas….

13.4.13

José Luis Sampedro



Aunque, como opina mi amigo Jerónimo, no me gustan las necrológicas, no puedo dejar de hablar de un personaje que me ha marcado. Tuve conocimiento de José Luis Sampedro a primeros de los años 80 gracias a mi profesor de Geografía Económica, Antonio Sánchez, y también a la librería Arcadia, una librería libertaria fundada por unos amigos y yo que pretendíamos fuese un revulsivo en esta anquilosada ciudad (amén de un sostén económico porque nos hallábamos en paro por la crisis de esos años). Se trataba de una obra muy gráfica y didáctica publicada por la excelente editorial PENTHALON y  titulada El mercado y nosotros.

Luego me interesé y leí artículos suyos en diarios y revistas. Y finalmente pasé a su faceta literaria. Ni mucho menos la he leído entera (me falta, por ejemplo, el valorado Octubre, Octubre…) Y es que son tantas las cosas buenas que me gustaría leer que me faltan vidas o reencarnaciones para hacerlo. Sobre todo ahora que recibimos tanta basura gracias a las nuevas tecnológicas.

Me encantó La vieja sirena; me dejó un tanto pasmado El amante lesbiano y me volvió a encandilar La sonrisa etrusca. La vieja sirena es una novela “histórica” pletórica de vitalismo y magia, algo casi inimaginable en un hombre de la edad del autor cuando la escribió. El amante lesbiano se adentra en un mundo onírico que, según mi humilde opinión, no acaba de cuadrar a pesar de sus sugestivas situaciones e  imágenes, poco aptas para los bolcheviques y machistas que ahora reivindican su figura y obra. En La sonrisa etrusca (lo último que leí de él) volví a recuperar su imagen de gran escritor y humanista.

Creo recordar que en una entrevista o reportaje sobre Sampedro que emitieron o publicaron en algún periódico/ revista (o cadena de televisión), decía que escribía siempre de pie sobre un atril, empezando a primera hora de la mañana. Por lo que veo, tras la noticia de su muerte, últimamente usaba  un sillón, lo cual no cuenta ni mucho menos como demérito; sino que supo aceptar con dignidad los dictados de la edad. Una edad a la que me gustaría llegar con la misma vitalidad e integridad ética que él.