3.12.21

El cómitre y la chusma (Libro de Antonio Gallo)



El cómitre y la chusma es una novela negra, aunque con múltiples hibridaciones: monólogo interior, objetalismo,  prosa poética… A pesar de influencias tan dispares, Antonio Gallo logra crear un producto literario muy original y personal, bastante inclasificable en el fondo. Gallo maneja bien y con ironía las convenciones del género negro y, dentro del género, de las novelas de sicarios. Hay una ligera alusión a las mafias del narcotráfico en el capítulo 31 irrelevante para el discurso de la acción porque su sicario actúa solo y dice emplear la violencia únicamente con indeseables.  Su escrúpulo por la verosimilitud le lleva a ciertos excesos en la descripción de los tres encargos del final de la novela, de un expresionismo a veces brutal que deja sobrecogido al lector, como cuando saca el globo ocular con el lápiz que lleva en el bolsillo a su tercera víctima. Pero estos capítulos son paréntesis y no alteran el tono melancólico, muy a lo Pessoa, de la mayor parte de la novela. 


El libro consta de dos partes claramente diferenciadas: el relato corto titulado “El Siluro”, presentado a un concurso literario en 1999, y la novela propiamente dicha, escrita diecisiete años después, o sea, en 2016. El autor advierte en nota a pie de página que es una “cita” pero el lector no descubrirá la relación hasta el capítulo 13 y, sobre todo, el capítulo 31, el único claramente retrospectivo que colma el lapso temporal entre las dos narraciones. Porque a mitad de la novela descubrimos que en ambos casos es El Siluro su protagonista, con bastante perplejidad porque el contraste de estilo narrativo es llamativo. 


“El Siluro” es una narración trepidante, de frases cortas y afirmaciones tajantes, de sucesos encadenados orientados a la consumación de un plan: matar a la esposa incómoda de un cliente. La intriga del relato gira en torno a las precauciones del protagonista para asegurar su ejecución, pero desde el mismo comienzo del relato aparece el presagio de lo imprevisto (el camarero  le sirve un café con sal en lugar de azúcar), que anuncia la irrupción del azar al final del relato, cuando acaba de matar a la señora y aparece una criada filipina: lo imprevisible como “forma geométrica del caos”, una expresión que habría gustado a nuestro recién desaparecido Antonio Escohotado. Pero también hay algunas afirmaciones inquietantes que la extensión del relato no permite desarrollar y que adquirirán mayor densidad en la novela propiamente dicha: “todos nacemos muertos”, “la vida es sólo un parpadeo de un sueño que sueña”, “el cuerpo, además de una herramienta de placer, es un obstáculo, un error. A ese obstáculo y a ese error lo llamamos vivir”. El sicario está convencido de que todos estamos muertos, o al menos deseando morir, lo que comprueba por la escasa resistencia de sus víctimas en el momento fatal. Pero, sin embargo, cuando se dispone a liquidar a la criada le sorprende su deseo de vivir, un deseo de vivir que explica quizá la continuación de la novela. 


En cambio el comienzo de la novela propiamente dicha nos introduce en  un relato muy diferente: una narración que discurre lenta, introspectiva, meditativa. Nos encontramos al personaje y narrador esperando en el andén de Méndez Álvaro mientras lee y subraya unos libros de Benet y Caballero Bonald con un lápiz de grafito, al que saca punta de vez en cuando. El personaje está tan absorto que pierde varios trenes. Se debate acerca del valor simbólico de esos libros y de la literatura en general, el valor de la ficción y la consistencia de la realidad. Su voluntad de mantenerse en el presente de indicativo y de ignorarse a sí mismo impide que sepamos realmente quién es. Sólo tras acompañar al personaje en sus distintos momentos descubrimos que ha trabajado siete años en los Astilleros de Cádiz, como soldador; que hizo distintas travesías en barcos mercantes dedicados también al narcotráfico y que, por tedio, deja el mundo del mar y,  tras comprarse una casita en Las Alpujarras, empieza a aceptar encargos de sicario. Pero todo esto lo sabemos por el único capítulo retrospectivo que incumple el principio del presente de indicativo, ya muy avanzada la novela (capítulo 31). Los datos más inmediatos del personaje es que vive solo con su hija pequeña en Madrid, en un piso de sesenta metros cuadrados en el Paseo de San Illán, que está a punto de perder un trabajo de reponedor a media jornada,  que no sabe si tendrá dinero para pagar el alquiler del piso y llegar a fin de mes. También sabemos que su mujer se fugó con un tasador de fincas tras la lactancia. 


Aunque esta dura realidad acabe siendo imperativa y precipite el final de la novela, lo que ocupa las reflexiones de El Siluro son los problemas existenciales que plantea esta realidad concreta: la soledad, la desolación, el paso del tiempo, la vida y la muerte, la urgencia sexual, la locura, la realidad, la ficción, la preservación de la felicidad de su hija… Con esa historia cualquiera habría hecho una novela de realismo social de denuncia pero para El Siluro y para el mismo autor ello habría supuesto perderse en interpretaciones de dudoso origen que lo habrían alejado de la realidad concreta que pretende transmitirnos.


Es un sicario realmente peculiar, que dice haber leído a Schopenhauer en una travesía, que escribe cuentos y relatos desde niño,  que guarda en carpetas, que se debate entre la realidad y la ficción… lo que sugiere irónicos comentarios al propio protagonista, que se anticipa así a la incredulidad del lector: 


“En el espejo de los urinarios del bar-cafetería Kantuta veo reflejado mi rostro. ¿Qué rostro? Nada hay de verosímil en él, salvo su irrealidad. ¿Qué puede haber de cierto en un hombre que fue soldador, pirata y mercenario de sí mismo, que ocupó y ocupa las horas muertas en alta mar leyendo El mundo como voluntad y representación? Lo único que me salva de la inverosimilitud es mi hija. “ (p. 176).


Aunque, como nos dice El Siluro, cosas más raras se han visto:


“No, no hay delfines que vuelen por la misma razón que por la que no abundan los peces de agua dulce aficionados a escribir cuentos ni cangrejos de río cuyos libros de cabecera sean de Bernardo Soares y de Alberto Caeiro. Aunque también es cierto que cosas más raras se han visto, de todos es sabido que de vez en cuando nacen corderos con dos cabezas…” (p. 122).


Pero, pasemos a analizar ya la novela. 


La historia transcurre a lo largo de algo más de un año. Empieza con las lluvias del otoño y se prolonga hasta un 16 de febrero. Como el narrador quiere que sintamos lo que está experimentando en cada momento concreto, ahí y ahora, los cambios de luz, de temperatura, estacionales y su reflejo en la ciudad están descritos con morosa atención: la lluvia, la bruma, el calor sofocante del verano, las variaciones de los distintos tonos de luz en edificios y arboledas…; y, por supuesto, los olores: a óxido, a serrín, a humus… Algunas fechas tienen cierto relieve: las Navidades, los Reyes, el calendario escolar.


La novela está narrada en primera persona  por el protagonista, que intenta transmitir de manera instantánea la vivencia inmediata lo que implica trascender los límites entre lo interno y lo externo:


“Aprendo ahora que el amor es una geografía de intimidades, y que el paisaje que contemplo fuera es el mismo que llevo dentro, porque no hay fuera ni hay dentro” (p. 62)


Es la soledad la que exacerba la conciencia y la que bloquea el encuentro con la realidad. La manera de trascender esa soledad será el amor; es decir, la afirmación de esa realidad. Pero ello supone tener en cuenta el cuerpo experimentado como barrera, como dolor, como interferencia interna que distrae del logro. Aunque a lo largo de la novela comprobará cómo el amor físico, el sexo, lo esponja y lo abre al exterior: 


“No es lo mismo besar a la mujer que se desea que volver a abrir el libro que llevo en el bolsillo […] y volver otra vez a las breñas. No es lo mismo. A la mierda con las breñas. Llevo demasiado tiempo sin tocar la realidad, y se me nota” (84)


 “Vuelvo a casa más real de lo que salí unas horas antes, tal vez (por decirlo de una manera sucinta) menos compacto, más lleno de poros a través de los cuales entra y sale el aire con facilidad” (p. 157)


La conquista de la realidad se plantea como una negación de la voluntad (no en vano nuestro protagonista ha leído a Schopenhauer), un anularse en la pura visión y en la acción. Supone una ascesis literaria, un abandono de los mitos y los simbolismos (ejemplificados en las lecturas de Benet y Caballero Bonald); una ascesis temporal, vivir en el presente de indicativo, y emocional (ignorar los temores del pasado y las esperanzas de futuro). En definitiva, un vivir al día e ir tirando.


La permanencia en el presente va más allá de una ociosa gimnasia mental. Es la manera que tiene el personaje de proteger su vida y la de su hija del oscuro pasado, aunque a trancas y barrancas, pues no puede dejar de vivir pendiente de los pasos en la escalera o el ruido del ascensor.


El protagonista luchará a lo largo de toda la obra con sus fantasmas literarios (a los que se encuentra incluso por la calle),  utilizando su látigo de cómitre sobre los lomos de los galeotes de la estantería. Pero también es una batalla con las palabras y las estructuras lingüísticas del pensamiento vistas con la ajenidad lacaniana de la extimidad: limitarse a nombrar las cosas como un nuevo Adán, desconfiar de las palabras, permanecer en el presente de indicativo, a veces en un gerundio, y todo lo más en un futuro inmediato, cuando ejecuta sus encargos de sicario al lograr anticipar, como un relámpago temporal, lo que va a suceder uno o dos segundos después.


Pero no deja de ser un empeño paradójico como todo esfuerzo místico o como la búsqueda de la transparencia del lenguaje de un Wittgenstein nos deja entrever; pues depuración y quietismo conducen al silencio y a la afasia. La abolición de la ficción defendida por un personaje que cuenta y escribe, que, por tanto, hace ficción, es un trampantojo barroco, la mano que sale del marco del cuadro pintado.


Y un empeño baldío, porque desde el mismo comienzo de la novela aparece el mar como símbolo:


“Soy un hombre al que le da miedo adentrarse en el mar y abandonar el presente de indicativo” (p. 31). 


El mar como límite de lo real, como línea de flotación de la cordura y el logro, el mar de la verdad; un mar que se oye a intervalos y que finalmente acaba inundando la ciudad de Madrid.


Y qué decir del pez siluro, el animal feroz que duerme en sus profundidades pero que de vez en cuando abre los ojos dispuesto a desencadenar la violencia más extrema cuando olfatea la proximidad de la chusma. ¿Quiénes son la chusma? A veces tiene un significado alegórico: los libros de su estantería; otras, más real: las muchedumbres anónimas que inundan el centro de Madrid los días de Navidad, la vacada de padres a la salida de los niños del colegio, la chusma juvenil que acude al parque, la fila de mujeres haciendo cola para entrar en el servicio, y, en fin, las arañas que pueblan las aceras de Madrid. 


Por tanto, el personaje acaba comprendiendo, a través de su hija, que cambia el nombre a las aceras y a las farolas, que el lenguaje también puede ser un juego.


No anticipamos más de la novela para mantener el apetito de leerla. No está bien contar el final, ya sabemos. Pero a la largo de la novela hay una evolución del personaje que se debate entre el tedio y la trivialidad, como no podía ser menos en un lector de Pessoa. Los giros de la novela dependen de las urgencias económicas y de la indignación con la chusma y de un momento de desconfianza en el presente de indicativo que precipita el desenlace.


Os invito, pues, a disfrutar  una obra hermosa que os acompañará en el desafío de enfrentarse a las perplejidades que significa vivir. 


Autor: JUAN SALVADOR


26.10.21

Diarios y biografías



Últimamente estoy leyendo estos géneros. Comencé por la autobiografía (un tanto amarga al final) de Woody Allen titulada A propósito de nada. Más adelante seguí con el primer Diario (1887-1905) de André Gide. Luego con Mi Ibiza privada de Antonio Escohotado y, a continuación, el segundo Diario (1911-1925) de Gide. Y como de este último autor quedan por editar los dos siguientes diarios, pasé al Diario de Entreguerras (1918-1939) de Thomas Mann; también para cubrir la laguna de esos años, a la espera de que se terminen de publicar los faltantes de Gide en castellano. (A la comparación de los diarios de Gide y Mann, ya dediqué una reseña).


Después vinieron Los penúltimos días de Escohotado y el Diario de guerra (1914-1918) de Ernst Jünger, que inspirarían otros de sus libros (como las novelas Tempestades de Acero, El teniente Sturm … ) Tras ello acudí a la biografía de Luis Buñuel, titulada Mi último suspiro y redactada por su amigo y colaborador Jean-Claude Carrière.


Sin duda los últimos libros sobre Escohotado y Buñuel son crepusculares. Buñuel ya murió y Escohotado se ha retirado a Ibiza en sus bien asumidos penúltimos días.


En resumen, me han servido para conocer mejor el siglo XX, especialmente su intrahistoria, cosa que no es moco de pavo.


 

28.8.21

Diarios: André Gide / Thomas Mann

 


Recientemente leídos en digital, quisiera comentarios y compararlos.


Para empezar hay un obstáculo como es el de la no coincidencia cronológica ni de ediciones, puesto que los de André Gide constan de cuatro tomos que abarcan los años 1887 a 1950, de los cuales solo se han editado en español los dos primeros, o sea, hasta 1925. Al parecer  su editorial tiene la intención de publicar los dos siguientes y últimos prontamente, cosa que ansío para así hacerme una idean lo más completa posible del francés.


En el caso de Thomas Mann la obra es solo de un periodo de su vida: la de Entreguerras (1918-1939), una época interesante aunque, de momento, poco contrastable con lo editado hasta ahora sobre Gide. Cuando se complete la edición de los diarios de éste último podré por fin comparar su respectivas visiones sobre el periodo comprendido entre el final de la Gran Guerra y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Y -en el caso de Gide- el transcurso de esta última, así como de los cinco años posteriores.


Ambos autores tienen en común el haber sido premios Nobel (Mann en 1929 y Gide en 1947) pero también coetáneos y, por lo tanto, haber vivido los agitados años de la primera mitad del siglo XX y por tanto la efervescencia intelectual, social, política y bélica de esa época. Pero he de insistir en señalar que la comparación entre ambos es provisional, dado que la obra de Gide publicada en español y leída hasta ahora solo llega a 1925, unos pocos años después desde que el alemán comenzase su diario, motivo por el que me decidí a leer el diario de Mann ya que se me había terminado la “munición” de Gide... También por que me interesaba contrastar las opiniones y puntos de vista de un intelectual francés con las de uno alemán. Ambos burgueses y demócratas liberales, si bien Gide en su momento se aproximó al comunismo del que salió escaldado tras su viaje a la Unión Soviética en 1936.


Gide habla poco de política o guerra (no le interesaba mucho) mientras Mann sí lo hace, tal vez por su experiencia tras el ascenso del nazismo en Alemania, que lo llevó al exilio y a deambular por diversos países europeos hasta instalarse en EE.UU. y adquirir su nacionalidad. Aunque luego volviese a Europa.


Los “Diarios” de Gide son considerados como su mayor obra literaria, mientras que el de Mann se parece más a una bitácora, con apuntes diarios de lo que ha hecho a lo largo del día (pasear al perro, con quién ha tomado el desayuno, la comida, el té, etc.). Y ambos -por supuesto- sus encuentros con intelectuales o escritores de la época; un círculo bien nutrido y variado que va desde Proust a Einstein entre otras figuras internacionales.


Ambos tienen en común su homosexualidad,  su “pederastia” o amor por los jóvenes; más explicita o descarnada en Gide -lo que posiblemente explica el alejamiento de su esposa- que en Mann, más discreto y convencional. De hecho pienso que sus obras más conocidas son el Corydon y La muerte en Venecia respectivamente.


Mann me ha parecido más ególatra que Gide. El alemán se inflama con el “olor a multitudes” asistentes a sus conferencias y entonces se esfuman todas las afecciones físicas o psíquicas habituales en él (dolor de muelas, estreñimiento, cefaleas, estado depresivo…) En fin, trastornos psicosomáticos comunes a muchas personas.


La ediciones que he manejado (digitales como ya se ha dicho) también presentan diferencias. Mejor la de Gide, con un fuerte aparato de notas aclaratorias fáciles de consultar y regresar al cuerpo principal del texto con párrafos separados. Peor la de Mann, con notas menos manejables, a veces irrelevantes y párrafos no separados, sino continuos y solo separados por guiones altos, con lo cual la lectura resulta menos clara y cómoda. Además esta edición salta de páginas con el porcentaje leído o “posiciones” a otras en las que no se sabe donde estás.


Espero proseguir con este asunto cuando estén publicados los dos tomos restantes de Gide y los haya leído.



21.5.21

CHARLA-COLOQUIO CON AMADOR FERNÁNDEZ-SAVATER ("HABITAR Y GOBERNAR")




El jueves 20 de mayo tuvo lugar el espero encuentro con Amador Fernández-Savater para hablar de su libro Habitar y gobernar. Fue gracias a la colaboración de tres colectivos cordobeses: Espacioplástico, Asociación Vecinal Galea Vetus del barrio de San Agustín y “Líneas de Fuga”, grupo este último que se dedica a tertulias filosóficas partiendo de algún libro. Precisamente la última tertulia -virtual debido a virus- estuvo centrada en la obra que comentamos. Un libro que en gran medida gira en torno al 15-M, en el que participó de lleno el autor.


El planteamiento de esta charla-coloquio me resultó muy acertada: el autor señaló dos ideas de partida y a partir de ahí prefirió que fuese el público asistente el que hiciese preguntas que él contestaría. Y así fue, muy gratamente.


El acto tuvo lugar en el patio del antiguo colegio Luciana Centeno a partir de las 19 horas y con una temperatura de 35º. Menos mal que nos resguardaba la sombre y el frescor de tres o cuatro frondoso arboles: entre ellos un alcornoque y un algarrobo, porque el patio es de cemente y ya sabemos como retiene e irradia el calor este material, tan poco apto para la calurosa Córdoba.


El aforo no se completó -aunque casi- tal vez debido a la hora y la bufonada de calor que sufríamos al salir de casa para acudir al evento, el cual se prolongó más de hora y media. Y digo más de este tiempo por hube de marchar antes de que terminase; con lo cual me perdí el interesante coloquio que tenía lugar.


Naturalmente intervine con una pregunta: ¿Qué era “el mal de Hegel”? Una expresión que aparece en el susodicho libro y que, a pesar de mis pesquisas por todos los medios, no logré descifrar. Él me lo aclaró gentilmente.


Se trataron temas relacionados con el Poder (al “gobernar” frente al “habitar”) entre otros:

  • La “guerra en espejo”: imitar al enemigo pero la inversa.
  • La fuerza de los débiles (15-M) y el romper los moldes que los gobernantes nos tratan de imponer, creando nuevas formas de participación.
  • Lo “instituyente” vs. lo “instituido”. 
  • Recordar y conmemorar.
  • Manejar nuestro tiempo.
  • La importancia del “proceso” frente a los “fines”.
  • Las personas somos “objetos”: consumidores, votantes alumnos o pacientes de los médicos…

Recurrió a menudo a las etimologías, que tanto me interesan:

  • Recordar (de “re”, volver y “cordum”, corazón) Es decir, volver al corazón, a lo que desapareció pero que revivimos al ejercitar la memoria.
  • Conmemorar (recordar en común).
  • “Práctica" (repetir lo que hacemos a diario) vs. “praxis” que incorpora la innovación.
  • Lo “instituyente” frente a lo “instituido”. Instituido quiere decir cristalizar o “convertido en estatua”, en nada abiertas a los cambios…

En fin, un buen cúmulo de ideas cuyo debate seguirá afortunadamente abierto. Un soplo de aire fresco en los tiempos que vivimos. Muy sugestivo.


Me consta que el evento fue grabado en vídeo. Me gustaría que fuese expuesto en internet y tuviesen acceso a él quienes tengan interés, y se forjasen su propia opinión.


Intervención de Amador Fernández-Savater.






15.5.21

NATURALEZA, CULTURA Y APOYO MUTUO


Viene esto a cuenta del ser humano y de su supervivencia a lo largo de cientos de miles de años. Nuestra naturaleza es animal; concretamente de mamíferos superiores que hemos conquistado el planeta; tal vez para mal, como ahora se va viendo por los estragos que estamos ocasionando. Nos hemos convertido en una especie de virus o plaga para nuestra Madre Tierra; nuestro hogar, nuestro medio de supervivencia.
Es sorprendente que el homo sapiens sapiens, especie a la que pertenecemos, haya superado las deficiencias con las que la naturaleza nos dotó: no tenemos fuertes garras para defendernos, ni alas para volar ni velocidad para huir o conseguir presas. Al nacer, tras una larga gestación, lo hacemos totalmente indefensos. De modo que nuestras madres deben cuidarnos durante meses o años. No somos como otros mamíferos cuyas crías salen trotando recién paridas (terneros, corderos, gacelas…) Sorprende que una especia tan débil, tan mal dotada por la Naturaleza, haya logrado sobrevivir tanto tiempo.
Hay teorías que afirman que se debe al aumento del tamaño de nuestra masa cerebral, o al de los pliegues de la misma. E incluso haber desarrollado en las manos un pulgar oponible que facilita las tareas manuales. Parece que esta liberación de dientes y mandíbulas ha permitido el aumento de la masa encefálica y su complejidad. De ello se ocupa la Antropología, pero también la Antropología Cultural.
Y es que no hay que confundir “cultura” con “Alta Cultura” (las artes, la música…) Toda cultura es obra humana, y en ella se engloban tanto idear y fabricar un hacha de piedra paleolítica (elaborar instrumentos para suplir nuestras escasas dotes naturales) como un lenguaje complejo, la escritura o el diseño de una jugada de fútbol…
De modo que el ser humano ha sobrevivido gracias a la cultura en sentido amplio, que lo ha dotado de modo que lo ha dotado de recursos no dados por la Naturaleza. Sin ello no hubiésemos sobrevivido como especie. Pero también -ligado a ello- el hecho de ser unos animales gregarios. Es cierto que otros lo son: búfalos, cebras, etc. La diferencia con ellos es que en el ser humano se ha desarrollado una solidaridad de grupo, de apoyo mutuo, frente a cualquier circunstancia. Y es que cuando vemos que una manada de leones se abalanza sobre un grupo de búfalos o ñúes, éstos no se revuelven contra el agresor, al que podrían hacerle frente y hacerlo huir, sino que prima el “sálvese quien pueda”.
En contra de percepción se podrá argüir que las abejas o las hormigas también son seres sociales y defienden a sus comunidades. Y es cierto, solo que no han pasado de ahí. No han “evolucionado” en ese sentido desde que existen.

28.3.21

MEDITERRÁNEO (Fernando Penco)





No es un libro fácil este último del amigo Fernando Penco. Y lo digo no por su extensión (280 páginas), sino porque se trata de una obra no narrativa en sentido estricto. Sino de un conjunto de citas históricas, literarias e impresiones. Todo en torno a este mar tan fecundo en civilizaciones  y tan admirado desde la Antigüedad. Y cantado desde Homero hasta nuestros días; como la famosa canción de Serrat, Franco Battiato o algún grupo de La Movida; sin pasar por alto a Henry Miller, Lawrence Durrell o P. Fermor Leigh entre muchos otros.


Un mar que ha conformado nuestra Historia y la visión del mundo de quienes habitamos sus contornos. Lo “mediterráneo”: solar, vitalista, apasionado… pero también brutal.


Ya escribí algo sobre este mar que me fascina, mientras ansiaba la publicación del libro que hoy trato.


Difícil de clasificar, pero de ágil lectura. Lugares, ciudades, personajes, momentos y citas. Encrucijada entre el impresionismo, el microrrelato y la erudición histórico-artística. La edición cuenta con la ventaja de que, en sus páginas, nos queda mucho espacio en blanco donde anotar cuestiones que se nos planteen, que tal vez no sean pocas. Un libro para exprimir ("libros limón"), como a mí tanto me gustan.


Y así he tratado de exprimirlo: recopilando información sobre personajes y lugares mencionados a modo de índice que facilite la labor a los lectores interesados o que necesiten más información. Incluyo un mapa. Todo ello se puede consultar aquí. Aunque me quedan algunas dudas que debo consultar al autor. 


Lo ha publicado la cordobesa Editorial Cántico.


¡Que lo disfruten!



3.3.21

DANTÓN/O. WILDE



 
Cartelera de Dantón procedente de  Warblackwest.  La de Wilde de Filmaffinity


Anteanoche volví a ver la película Dantón, interpretada magníficamente por G. Depardieu. Y encontré cierto paralelismo entre ellos y sus procesos judiciales/políticos; a pesar de la distancia en el tiempo y las circunstancias o contexto.


Ambos eran -a mi parecer- bons vivants que celebraban la vida y defendían la libertad. Ciertamente a Dantón se le puede acusar de la creación de los Tribunales Revolucionarios, de los que al final acabó siendo víctima. Se movía en la política, en lo público, en tiempos turbulentos (El Terror). No así Wilde, que solo desafió -indirectamente- a la estrecha (e hipócrita) moral británica de su época; y solo desde su vida privada. 


Dantón murió decapitado. Una muerte física, que no moral, ya que el tiempo acabó dándole la razón. En el caso de Wilde se trató de una muerte moral y social tras su condena a cárcel.


Dantón defendía al pueblo francés, sus seguidores entre los que tenía mucho predicamento. Mientras que Wilde era adorado por las élites cultas británicas. 


Hasta aquí las aquí las diferencias entre ambos.


El parecido es su espíritu libertario. Y por supuesto su elocuencia. Y creo que, esta última, fue su  perdición; quiero decir que ambos confiaron demasiado en su poder con la palabra, sin tener en cuenta las circunstancias: la apisonadora de la “Justicia” y la “Política”, ambas en poder de sus enemigos, unos con nombre y apellidos y otros anónimos funcionarios.



P.S. : En la película, y antes de morir, Dantón le dice a Robespierre que también su cabeza rodaría en el plazo de tres meses,  lo que recuerda al anunciado final del rey castellano Fernando IV el Emplazado por parte de los hermanos Carvajal.




8.1.21

Beowulf



Conocía la existencia de este poema épico anglosajón del siglo VIII. Y tenía noticia de la edición de una versión de J. R. R. Tolkien de hace pocos años. Pero mi interés por esta historia lo despertó una película al respecto (2007) vista hace unas semanas, cuyo reparto cuenta con la presencia de actores como Anthony Hopkins, John Malkovich o Angelina Jolie. Sin embargo, en este film me parece deplorable que en unas pocas escenas se haya utilizado la técnica de animación en 3-D,  que convierte, a ratos, a los actores de cine y hueso por otros que me recuerdan más a Shrek. No obstante, la película resulta bastante fiel a la obra literaria en que se basa.


Pero, volviendo al poema o “cantar de gesta” he de aclarar que he leído la edición de Tolkien publicada en 2015 por el sello Minotauro (Editorial Planeta). Una edición muy cuidada y bien encuadernada con tapa dura que tiene 381 páginas y que ha corrido a cargo de su hijo Christopher Tolkien. El poema en sí ocupa menos de 100 páginas traducido al castellano pero complementado con el texto original en el antiguo anglosajón, que luego dio lugar al inglés actual. El resto, más de 250 páginas, contiene un  fuerte aparato crítico por parte de Christopher T., sobre las anotaciones de su padre a la traducción de palabras o frases, a veces ambiguas. Así que desde este punto de vista el libro se puede entender como una interesante obra de filología germánica. De esta manera me ha servido para conocer la etimología de muchas palabras en este idioma “bárbaro”, aunque también de conexiones con otras de origen greco-latino.


La obra en sí es igualmente una mezcla de paganismo germánico, cristianismo y mitología griega. 


Son numerosos los pueblos que aparecen y que desconocía, y sigo desconociendo, puesto que es difícil identificarlos dada las escasa información en castellano sobre ellos y su ubicación: wederas, hatoramas, helmingos, welsingos, hetuaros, wagmundingos… También algunos más conocidos como los longobardos (lombardos) o los burgundios (Los Nibelungos). Y los gautas, tal vez los godos y a los cuales parece pertenecer el héroe Beowulf.


Este es el índice del libro que he manejado:

  • Prefacio (página 9)
  • Introducción a la traducción (pág. 15)
  • Beowulf (p. 25)
  • Notas sobre el texto de la traducción (p. 105)
  • Nota introductoria al comentario (p. 125)
  • Comentario que acompaña a la traducción de Beowulf (p. 129)
  • Sellic Spell (Un cuento maravilloso) (p. 315)
  • El Lay de Beowulf (p. 350)

Como se puede apreciar en el índice, tras el aparato crítico el tomo incluye el cuento Sellic Spell del propio Tolkien padre y  dos lays (baladas o poemas líricos) sobre nuestro héroe.


Sin duda una obra muy elaborada, posiblemente la mejor editada en castellano pero en la que echo de menos tres cosas. 

  1. Un índice onomástico.
  2. Un mapa de ubicación de los distintos pueblos mencionados en la obra.
  3. Una genealogía  de los reyes, mítico o no, que se citan.

P.S. 1: El poema va sobre ogros, brujas, héroes y dragones en una época pre-vikinga.


P.S. 2: Esta edición está agotada y sería de desear su reedición. Y si va acompañanda de una edición digital mejor, porque sería mejor par “bucear” en ella. 


Dibujo del propio Tolkien para acompañar a la obra.