Mítico bar-pub de Córdoba del que mis amigos hablan mucho, pero en el que nunca los he encontrado. Al menos desde que vivo muy cerca y soy esporádico, aunque persistente, visitante.
Hoy he “celebrado” allí mi 60 cumpleaños. En la intimidad más íntima: sólo. Y no por cuestiones simbólicas sino por razones prácticas: no tenía ganas de prepararme la cena. De postre me he tomado una porción de tarta de chocolate que me han servido con tenedor de postre, como a un gran amigo le gusta.
He estado primero fuera, por el tabaco, pero el fuerte y frío viento me han llevado a su escueto interior, dónde un joven y desconocido cantautor interpretaba, guitarra en mano, sus melancólicas canciones. Me ha sentado bien.
El nombre del bar me remite a una película que vi hace muchos, muchos años, del mismo nombre que supongo relacionado con este real e histórico personaje: Manfred von Richthofen. Quizás el último caballero de las guerras, que tan poco me gustan.
Aunque quizás el nombre esté más relacionado con la banda española de heavy metal de los años 80.