No había leído nada de Gil de Biedma, solo tenía referencias de su vida y obra y luego vi una película sobre él titulada El cónsul de Sodoma interpretada por Jordi Mollá.
La obra es desigual en contenidos y extensión. La primera parte, titulada Retrato del artista en 1956 ocupa 266 páginas y tal vez fue publicada suelta en 1976 con el título de Diario del artista seriamente enfermo, en la que narra su experiencia en Filipinas como abogado y ejecutivo de la Compañía General de Tabacos de Filipinas.
La siguiente parte se titula Diario de Moralidades y abarca desde 1959 hasta 1965. Tras un paréntesis casi 13 años, vuelve a retomarlo en 1978 y da un salto hasta 1985, cuando lo finaliza, posiblemente por su diagnóstico de sida.
La edición cuenta con un prólogo de
Andreu Jaume, una cronología, bibliografía del autor y un
completísimo índice onomástico que va desde los clásicos, pasando
por la generación del 27 y la del 50 a la que pertenece junto a
otros “compañeros de viaje” como Carlos Barral, los Goytisolo y
otros, que además fueron activistas políticos contra el franquismo.
En el centro del volumen hay una colección de fotografías en las
que aparece solo o en compañía de familia, conocidos y amigos,
desde 1953 hasta 1964.
Y lo de desigual, también viene a cuento no solo por la extensión de las anotaciones de anuales, sino por su contenido. Unas veces personal, íntimo, y otras sobre la mecánica para elaborar y pulir sus poemas antes de intentar publicarlos, con muchos ejemplos(1960, 61, 62 y 1963), cosa muy útil para aprendices de poetas sin rima. En 1964 sigue con este tema pero incluye sus relaciones sociales (principalmente literarias), que continúa en 1965.
Un pequeño problema es que abundan expresiones en otros idiomas que a veces no están traducidas a pie de página y que parecen guiños a sus amigos o posibles lectores todos miembros de la gauche divine barcelonesa o española.
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