4.6.23

EN EL VALLE DE LA OSA (autobiografía 18)



 Diana en el porche de la casa

El título alude al nombre del valle donde está situada Constantina. Antes de comenzar las clases, en septiembre de 1990, me advirtieron de que su instituto era severo en la disciplina; se trataba de un centro pequeño (unos 250 alumnos) muy respetuosos. Pero también me habían dicho que esa localidad se había refugiado temporalmente el nazi belga León Degrelle y había dejado su huella ideológica en círculos cércanos y una parte significativa de la población. Pero también acudía alumnado de otras localidades cercanas como El Pedroso, San Nicolás del Puerto o Las Navas de la Concepción

En fin, yo llegué muy serio; tanto que diciembre era tradición allí que los alumnos celebraban su tradicional fiesta de los "Premios Naranja y Limón", en la que premiaban a quienes ellos consideraban el mejor y peor profesor del año. Pero también otros “premios” materiales a otros miembros del claustro de profesores, con cierto gracejo aunque mordaces. Y hete que me llamaron al escenario -era en el salón de actos- del instituto y me entregaron un collage con unos labios sonrientes y la leyenda “Sonría, es gratis” (a ver si lo encuentro). Y no fui el peor parado, pues a la profesora de Educación Física le regalaron unas zapatillas de
deporte nuevas, pues acudía a las clases de su disciplina en zapatos de tacón… y este “regalo”, que la profesora -lógicamente- no recogió, no fue el peor de los adjudicados ese día. De modo que, desde ese momento mi faz cambió en clase y siempre me mostré con una sonrisa sincera.

El alumnado que tuve en 2º de Bachillerato era tan bueno y brillante que acogieron con muy buena disposición la idea que les ofrecí de darles clases extra algunas tardes, ya que el temario era muy extenso -se trataba de la Historia del Arte- y yo siempre he sido una tortuga en eso de avanzar en los contenidos de las programaciones didácticas.


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