10.10.20

EL 7º SELLO


El caballero (Max von Sidow). Fuente: The Playlist.


He de confesarlo: hasta esta noche no he visto al completo esta película, a pesar de haberla iniciado varias veces. No es una película de acción como ahora se llevan, y además es en blanco y negro. Por otra parte es del año en que nací y de un director que me encanta. Creo que la 1ª vez que vi un film de este autor sueco se llamaba Gritos y susurros. Fue hacia 1976 en un cine forum que existía en el Colegio de los Salesianos de Córdoba. Era la época de la llamada “Apertura”, aunque poco abierta como lo reflejó el semanario humorístico “El Papus”, que tituló su reseña como “Gri y surros” de tan censurada como se exhibió, debido a sus semidesnudos y escenas lésbicas que tan inocentes nos parecerían hoy día. Luego vi otras, como El manantial de la doncella o Fanny y Alexander, una película mágica. 


Pero, volviendo al 7º Sello, me parece muy influida por el expresionismo alemán, el nihilismo y el existencialismo; con respecto al expresionismo no me refiero solo al cine alemán del siglo XX, sino también a Durero y su grabado El caballero, la muerte y el diablo. En cualquier caso es demoledora y reflexiva. Ya sé que el público nos dejamos llevar por su icónica partida de ajedrez entre el caballero protagonista (un cruzado de vuelta al hogar) con la Muerte. Pero el film tiene más enjundia. Sus imágenes acentúan el dramatismo, y, a veces, también la alegría de vivir, representada principalmente por la pareja de cómicos José y María y su pequeño hijo, que no se llama Jesús, sino Miguel, lo que puede aludir al arcángel vencedor de Satán. En cualquier caso se trata de referencias bíblicas, como la Huida a Egipto. Como lo es el propio título, que alude a un fragmento del Apocalipsis… 


El contexto histórico, la Muerte o Peste Negra medieval, nos recuerda a la peste o pandemia del Coronavirus que ahora nos azota. 


Woody Allen, admirador confeso de Bergman (véase su película Interiores un drama totalmente bergmaniano, por otra parte autor último tan marcado por el luteranismo), refleja jocosamente alguna escena de esta película, creo, en su obra La última noche de Boris Grushenko, en la que aparece danzando con la Muerte. Y es que las "Danzas de la muerte” fueron una manifestación frecuente en Europa por la peste. Y así lo recuerda la iconografía al respecto, en pinturas y  en crónicas escritas. 





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