21.8.18

MI EXPERIENCIA EN ESCOCIA


Vista de Edimburgo desde la colina de los memoriales

Un viaje programado con mucha antelación y, entre otros fines, para quitarme un pellizco del verano cordobés. El vuelo salió con retraso y llegué a Edimburgo muy tarde, cansado y excitado por el viaje. A la mañana siguiente acudí a desayunar a un bar frente al hotel donde me alojaba (el Angels Share) y recibí la primera sorpresa: la chica que me atendió era española. Luego vino la visita a la colina de los memoriales (destacando el de Nelson, con forma de telescopio) y bajando un viejo y romántico cementerio que alberga la tumba de David Hume. Luego a la Royal Mile (Milla Real), centro neurálgico de la ciudad y del Festival de Edimburgo que se celebraba por esas fechas; una calle muy animada, repleta de gente y artistas que promocionaban sus espectáculos. Un ambiente festivo y cosmopolita. Escala en la terraza de uno de sus bares (Angel with Bagpipes) y, antes de comer, visita a la cercana catedral de Saint Giles. La comida fue en un restaurante recomendado y recomendable, llamado “The Doric”. Aunque a decir verdad toda la comida escocesa es recomendable y en nada parecida a la insulsa inglesa.

Lago Ness

El día siguiente estuvo dedicado a preguntar precios de alquileres de coche para visitar las Highlands y volver al casco histórico. La tercera jornada, una vez desechado el alquiler de coche, optando por los transportes públicos, partida hacia las Highlands en tren destino Fort William, donde el alojamiento era un hotel neogótico…. Fort William hace honor a su nombre: es un pueblo con una calle principal (como las ciudades del Far West) y poco más, pero parece una escala habitual para visitar las Tierras Altas. De allí, en autobús, a Inverness, ciudad bonita y limpia pero que resulta un tanto aburrida. De allí, al día siguiente (6 de agosto) excursión guiada en un microbús con 15 pasajeros que resultó un acierto (80 € per capita): iniciamos las jornada a las 8:30 y volvimos a Inverness a las 21 horas; con la gentileza del conductor-guía de dejarnos en la puerta del hotel, cosa que yo agradecí doblemente porque mi calzado estaba empapado tras el involuntario chapuzón volviendo de las “Piscinas de las Hadas” (¡parece que me tocó un hada acuática!). En este recorrido visitamos el lago Ness (que parecía un mar, porque tenía incluso olas), dimos de comer a los toros peludos escoceses, visitamos el castillo de Eilean Donan, la tumba de Roderick Mackenzie y la batalla de Glenshiel, las Cascadas de la Belleza, la destilería Talisker (con degustación gratuita), un pueblo donde pude comprar unos calcetines térmicos que me aliviaron del remojón hasta las rodillas. Parece que la degustación en Talisker animó a los, hasta entonces, silentes, aburridos, pasajeros del microbús, quienes incluso se divirtieron educadamente de mi ir y venir por el microbús y las bajadas en las paradas en calcetines, donde vimos muchas cascadas y lagos. La verdad es que llegado ese momento, lo único que anhelaba era volver al hotel de Inverness y secarme completamente, con la preocupación de no coger un resfriado. Y saturado de bellas vistas que habría de digerir.

La jornada posterior vuelta al mismo hotel de Edimburgo, donde en esta ocasión nos asignaron la habitación llamada “Robert Carlyle” (porque allí todas las habitaciones tenían nombres de personajes escoceses famosos). Esta es una habitación para minusválidos que cuenta con una terraza con mesa y sillas metálicas de blanco. Y cenicero. Además cada día nos obsequiaban con un gran bombón de chocolate relleno de nata, y por supuesto una máquina y provisiones de té y café; todo gratis. La habitación también contaba con plancha, mesa de planchado y secador de pelo (ese artefacto que tan poco necesito…)

Exterior de la National Gallery de Escocia

Ya de nuevo en Edimburgo, al día siguiente, visita a la National Gallery de Escocia, entrada libre como es frecuente en los museos estatales británicos. Una colección no muy extensa pero con obras muy escogidas, desde el Renacimiento italiano al Postimpresionismo. Había una exposición temporal sobre Rembrandt de pago, que no visité porque ya he visto bastantes obras de este pintor holandés como el Rijksmuseum de Amsterdam y otros.

Abadía de Holyrood

La siguiente jornada estuvo dedicada a visitas el Palacio de Holyroodhouse, su abadía y jardines, desde los que apreciaba la “Silla de Arturo”. Y comida en otro restaurante recomendado y grato: Howies, especializado en comida típicamente escocesa. Tomé abadejo, pescado que no había probado nunca, de sabor similar al bacalao, en una potente salsa con patatas. Exquisito. Y es que aunque este plato figuraba entre los entrantes, allí podías pedirlos como plato principal, con el doble de ración y de precio (menos de 9 libras esterlinas en este caso). Nada caro. Por la tarde decliné una invitación a la ópera (El barbero de Sevilla) que se celebraba dentro del Festival, pero es que estaba muy cansado (cada vez me fatigo más en los viajes).

Y llegó el último día. Como el avión de vuelta a Málaga salía a las 16:30, la mañana estuvo dedicada a volver al Casco Histórico: el moderno Parlamento de Escocia, la Universidad y otros edificios destacables.

Patio central de la Universidad de Edimburgo

Otras consideraciones

Los restaurantes suelen ofrecer una carta de vinos amplia y detallada. Hemos podido degustar vinos de Chile, California, Sudáfrica, Chipre, Líbano, Siria o Australia. También los había españoles. Se podían elegir copas de distinto tamaño. Curiosamente los whiskys resultaban más baratos que el vino. A destacar las consistentes sopas.

Los escoceses son gente muy amable y en su comportamiento parecen mediterráneos: se ríen a carcajadas, por ejemplo. Y hay muchos jóvenes españoles trabajando allí (españoles por el mundo), por lo menos en la hostelería. A la chica de la cafetería del primer día en Edimburgo, hay que sumarle otra joven granadina en el restaurante Babá en que cenamos y con la que tuvimos una charla. Además de un camarero tarragonés que nos atendió en el restaurante vegetariano David Bann, que llevaba en Edimburgo 18 años o un taxista de origen africano pero que hablaba castellano por haber trabajado en España durante muchos años. Todos alababan el sueldo (bastante más alto que en España, si bien el nivel de vida allí es más alto) y las prestaciones sociales que reciben en caso de necesidad: ayudas para el alquiler en caso de paro, por hijos…

Los paisajes de las Highlands espectaculares; vimos muchos ciervos. Y el tiempo muy cambiante: de ahí el dicho de “Si no le gusta el tiempo de Escocia, espere 10 minutos”. Nunca rebasamos los 17º, cuando en esos días un equipo de la BBC se trasladaba a Córdoba para documentar como se afrontaban los más de 45º en Andalucía.

Edimburgo es llamada “la Atenas del Norte” y con razón, porque está dominada por su arquitectura neoclásica, como la de la National Gallery entre otros muchos edificios. Generalmente en piedra arenisca amarilla, pero también, de vez, en cuando con algún edificio con arenisca rojiza que me recordó mucho a la piedra “molinaza” de mi querido Montoro.

El regreso fue suave, porque desde el aeropuerto de Málaga, gocé de una pausa de unos días en Benalmádena, donde la temperatura máxima no pasaba de los 27º. Algo es algo, antes de pasar a los 37º de Córdoba, cuando ya había pasado el pico de calor en nuestra ciudad.

En fin, un viaje dominado por los ángeles y hadas a pesar de que éstas fueran acuáticas y solo se cobrasen la batería de mi cámara. Pero un disfrute de naturaleza y cultura.

MÁS FOTOS DE EDIMBURGO: AQUÍ, AQUÍ Y AQUÍ
FOTOS DE LAS OBRAS DE LA NATIONAL GALLERY: AQUÍ
MÁS FOTOS DE LAS HIGHLANDS: AQUÍ Y AQUÍ



4 comentarios:

Unknown dijo...

Cuando hablamos de experiencias, es inevitables recordar momentos gratos, bien sea a solas o acompañado... En lo particular una de mis mejores experiencias fue uno de mis Viajes a Tailandia , a parte de compartir todo un mes en familia, ya que entre tanto negocios solemos abandonar esos tiempos tan nutridos y necesarios con esas personas que nos regalan los mejores momentos de nuestras vidas, también pudimos disfrutar de gratas experiencias en Bangkok, Chiang Mai y Phi Phi, definitivamente recuerdos únicos e inolvidables, ahora me tocaría vivir otras experiencias pero en otros países, y escocia me llama muchísimo la atención, me parece el destino ideal.

Rafael Jiménez dijo...

Aunque muy distinta en clima, temperaturas, paisaje, etc. Es un destino que no le defraudará. Aunque tal vez no sea recomendable en pleno invierno. Nunca he visitado Extremo Oriente, aunque me gustaría hacerlo alguna vez. Siempre disfruto mucho de los viajes, sean donde fueren. Saludos.

Viajero Casual dijo...

Como Escocia es un territorio sumamente fértil, en ella se cultivan vegetales de todo tipo, que se incorporan a la dieta en forma de platos con diversas características acompañándolos con carne o pescado. Esto permite que la gastronomía de Edimburgo sea muy variada y adecuada para todos los gustos.

Marcos Campos dijo...

muchas gracias por compartir tu experiencia, disfrute leerte, hace no mucho tambien fui a escosia y disfrute mucho mi estadia alla la verdad, me fascino mucho la gastronomia tipica escosesa que se ve fascinante y no solo eso sino que es fascinante en cuanto a su sabor.