4.7.06

Naturaleza II: adelfas



Cada año vuelve a sorprenderme esta planta. Cuando más se deja sentir el canicular castigo, la adelfa nos obsequia con sus flores y su lozano verde. Es como una salutación al duro estío meridional y a la vez el consuelo para quienes han de padecerlo. Edelweiss inverso y generoso que desafía la hostilidad de las cunetas; paradoja asociada a Nereo, dios del mar, que lejos del agua alegra la época en la que encontrar flores en el sur resulta inútil tarea. En contraste con los resecos, amarillos y ocres campos, la adelfa se alza colorista testigo de que la vida sigue estallando; de que no importa el violento azote del torrido viento que mueven los vólidos; ni el amenazante cortejo del asfalto; ni el duro sol del que se alimenta. En la época en que más solemos viajar, una nota de belleza y frescor en las carreteras que se agradece. Y ejemplo vital.

Saludo a la adelfa, símbolo del verano; ornato; modelo.

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