16.10.18

Periplo por la Toscana


Catedral de Siena

Partimos desde el aeropuerto de Madrid rumbo a Bolonia, donde tomamos un tren de alta velocidad (Frecciarossa) hasta Florencia, donde no esperaba Paolo, que nos trasladó en su coche hasta el nefasto hotel Il Gardino de Siena. Hasta ese momento todo iba bien, pero al llegar a la recepción de ese hotel nos dijeron que no teníamos reserva y que estaba completo. Una felonía. Sorpresa y desagrado, especialmente para el entregado Paolo que había hecho la reserva personalmente y semanas antes por encontrarse cercano a su casa. Posiblemente la mala pasada que nos jugó el personal se debiera a que los precios de de los hoteles de la zona se habían disparado por un evento, y el precio acordado previamente era mucho más bajo. Picaresca. Eran las 21 horas y Paolo decidió llevarnos a su casa, a pesar de que había quedado en ella para cenar con familiares venidos de otra localidad. Desde su casa, y mientras hacía los preparativos para le cena, nos fue buscando alojamiento con el apoyo telefónico y luego presencial de Cecilia. Estaba muy preocupado y nos preocupaba el sofocón que llevaba encima. Y nos invitó a la cena familiar, donde Alberto, Paco y yo degustamos la exquisita comida casera (fatto in casa) preparada para ocasión y regada con estupendo vino italiano. Mientras tanto llegó Cecilia para llevarnos a un hotel que habían encontrado a módico precio al menos para pasar esa noche. El hotel (La Vecchia Cartiera) está muy bien, en el centro de Colle di Val d'Elsa y había sido una antigua fábrica de papel que conserva en su exterior las presas de las canalizaciones hidráulicas para su abastecimiento.

Mecanismo de la canalización

A la mañana siguiente estaba solucionado el problema: ya nos habían encontrado un sitio definitivo para el resto de los días: un hotel rural estupendo en medio del campo (Relais Castel Bigozzi), nuestra “villa en la Toscana” con maravillosas vistas, muy tranquilo, excelentes instalaciones y trato deferente por parte del personal. Además decorado con un fresco de la batalla medieval de Colle, cosa de la que nos enteramos dos día después al visitar el Museo de San Prieto. En fin, que “no hay mal que por bien no venga”. Lo malo es que teníamos esclavizados a Paolo, Cecilia o Patricia, para los traslados a la ciudad y regreso al hotel ya que no teníamos coche. Todo generosidad por parte de los colegas profesores y ya amigos. Grazie Mille!


Land Art

Como fuimos el primer grupo internacional en llegar a la reunión, Paolo nos llevó a visitar la bella abadía románica A Isola, en cuyo atrio se exhibía una intervención de “Land Art” a base de piedras, afamado cristal de la zona y cerámica. Además nos enteramos de que nos encontrábamos en la Vía Francigena, una ruta de peregrinación desde Roma a Canterbury que enlaza en Francia con el Camino de Santiago. Después visitamos Monteriggioni.  Y luego  Paolo nos condujo a Siena, donde comimos con sus familiares de la noche anterior en un buen restaurante en una pintoresca calle empinada, por lo que utilizan unos llamativos artefactos de madera para nivelar mesas y asientos. Tras la comida Paolo partió para recoger a los profesores turcos, mientras nosotros paseamos por la bella ciudad plagada de monumentos, y nos encontramos a Paolo con Semih y Umut, venidos de Trebisonda. Quedamos en vernos en la grandiosa iglesia de Santo Domingo, que visitamos, para luego trasladarnos al hotel y volver a Siena para la cena, en la que ya se incorporaron las profesoras griegas e italianas. Estábamos todos.


Artefactos para nivelar sillas y mesas

San Gimignano

El lunes 1 de octubre fue la primera sesión de trabajo en el Liceo Statale Alessandro Volta, el centro anfitrión, en Colle di Val d'Elsa. Allí visualizamos varias presentaciones realizadas por alumnos del centro y luego una reunión para ver la marcha del proyecto. A continuación hubo una visita a distintas dependencias del instituto, cuyas paredes estaban decoradas por los alumnos con dibujos y frases. Luego del intercambio de regalos todos partimos hacia la fotogénica población de San Gimignano, donde disfrutamos de una visita a su abadía benedictina guiada nada menos que por su abadesa. Aprovechando que había un piano en el interior de su iglesia, convencimos a Alberto para que interpretase una pieza de Mozart (sonata para piano N 16, en Do mayor, KV 545) que fue merecidamente aplaudida. Me llamó la atención la portada de esta iglesia porque presentaba elementos decorativos propios del arte mudéjar, como los platos cerámicos de los campanarios de Teruel. Después comimos en un agradable restaurante desde el que se podían ver las altas torres que caracterizan a esta población, y donde probamos el Vin santo que se toma mojando un pan tostado trufado con frutos secos (Biscotti). Pero mientras comíamos, lamentablemente, se desató una tormenta con fuerte lluvia, rayos, truenos y ventolera, que nos impidió pasear por la atractiva ciudad medieval. Por la tarde visita guiada a la “Contrada del Bruco”, una de las asociaciones que participan en la competición del “Palio”.

Batalla de Colle

Al día siguiente visitamos el Museo San Pietro guiados estupendamente por un grupo de estudiantes de formación profesional del Liceo. Una colección que abarca desde objetos etruscos hasta pintura del siglo XX. Y una sección dedicada al escritor a un escritor local, que nos fue explicada por su director, el profesor Migliorini, y que está formada por material del propio autor, su biblioteca y una colección de cuadros donados por él. A continuación tocaba recepción por parte de la autoridad municipal en su monumental ayuntamiento, donde nos recibió un jovencísimo alcalde o teniente de alcalde que nos ilustró sobre los principales hitos de la historia de la ciudad, sus escudos y las fenomenales piezas de cristal allí expuestas. Y por la tarde visita a la moderna mezquita de la misma localidad en la que fuimos recibidos por su imán y su esposa. Ya en el interior continuó la explicación, el imán hizo su oración, con un canto muy refinado, y después contestó a nuestras preguntas, tras lo que nos agasajaron con pasteles y zumos. Todo hospitalidad. Allí me llamó la atención que entre los múltiples ejemplares del Corán, los había que parecían en idioma eslavo, y es que, como explicó el imán, asistían muchos fieles y sus hijos provenientes del este de Europa, y que no sabían hablar árabe.

Florencia

La siguiente jornada estuvo dedicada a visitar Florencia, con la mala fortuna de que al ser miércoles cerraban algunos de los museos o monumentos que nos interesaban. Y en la Academia había un paro parcial de sus trabajadores por problemas de seguridad. No obstante pudimos visitar la iglesia de San Lorenzo y la escalera de su biblioteca, obra del genial Miguel Ángel y entrar hasta el patio del palacio Medici-Riccardi. Tras la comida y reunión en el Mercado San Lorenzo. Nos dispersamos y aproveché para comprarme unas sandalias cómodas, y a bajo precio, que previamente había visto en una tienda en la plaza de San Lorenzo, porque tenía los pies doloridos por mi fino calzado. Después pudimos ver el museo del Bargello con su interesante colección: Donatello, Verrocchio, della Robbia, Miguel Ángel, Juan de Bolonia… También visitamos una pequeña iglesia de la Badía, por su cuadro de Filippino Lippi. Tras ello me dirigí en solitario a hacer fotos de las esculturas originales existentes en la logia frente al Palazzo de la Signoria. De regreso al punto de encuentro, y en la calle peatonal que une la catedral con la plaza de la Signoria, vi una comitiva de Hare Krishnas que iban danzando y tocando instrumentos dando un toque de color, sonido y espiritualidad a la animada calle comercial.


Solería de la catedral de Siena

El jueves la protagonista fue Siena, una visita guiada por una experta en historia, en la que por la mañana visitamos el Palazzo pubblico, con interesantes frescos entre los que se encuentra el retrato ecuestre del condottiero Guidoriccio da Fogliano atribuido a Simone Martini. Allí también me llamaron la atención sus vidrieras no figurativas, de cristal sienés en diversos colores y algunos relieves geométricos de madera en su sillería que simulaban motivos propios del arte hispanomusulmán. Luego continuamos la ruta visitando la espectacular catedral que, por suerte, tenía descubiertos sus maravillosos pavimentos llenos de figuras de piedra, una especie de taracea marmórea con diversos motivos: bíblicos, de la Etruria… Una suerte, porque solo se descubren (levantan las alfombras que los protegen) en el mes de octubre. Luego comimos de pie y en la calle, una rica pizza con base dura y crujiente que regamos con una cerveza: parecíamos jóvenes litroneros españoles…! Ya en la tarde nos desplazamos a la abadía románica de Sant’ Antimo y su bello entorno. Me fijé en las ménsulas de sus ábsides y me llamaron especialmente la atención una que era un modillón de rollos y otra con azulejos; y también un dintel con motivo geométrico celta. Igualmente sus olivos centenarios y el ciprés que compite en altura con la torre de estilo románico-lombardo. De allí fuimos a Montalcino ("Monte de la encina"), localidad célebre por sus vinos, pero que además cuenta con una fortaleza y un pequeño casco histórico monumental y maravillosas vistas sobre la campiña toscana. Allí me agradó un panel con ilustraciones artísticas de los más diversos el vino de la región (¡A ver si aprendemos los de Montilla-Moriles!). En la ida y vuelta vimos viñedos que al principio de de sus hileras tenían rosales: nos explicaron que se trataba de una medida profiláctica, ya que los rosales sufren las mismas enfermedades o plagas que las vides, pero lo hacen antes y sirven de aviso. De vuelta a Siena, Cecilia nos ofreció en su casa un ágape con dulces y vino blanco, mientras disfrutábamos de las bellas vistas de la ciudad y su entorno campestre mientras se ponía el sol.

Abadía de Sant' Antimo

El viernes 5 no pude asistir a la interesante visita la necrópolis etrusca de Sovana, ni tampoco a la visita de la sinagoga de Pitigliano, porque me encontraba indispuesto; pero a cambio disfruté del relax del hotel, sus jardines y el paisaje circundante.

Castel Bigozzi



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