22.4.18

EXCURSIÓN A CÁSTULO


D. Marcelo Castro nos ilustra sobre el mosaico

A pesar de avatares que sufrió esta excursión, para la que no encontrábamos guía tras la defección de un reconocido arqueólogo cordobés que inicialmente se había ofrecido a guiar la visita, todo resultó a las mil maravillas; por pura carambola. En fin esas veces que el destino te sonríe finalmente.

Hubimos de aplazar la visita 1 mes, pero mereció la pena. Ante el problema de no encontrar guía, de dirigí telefónicamente al Conjunto Arqueológico de Cástulo (Linares). Me informaron que las visitas guiadas (y gratuitas), con un mínimo de 10 personas y un máximo de 15, solo podían tener lugar de lunes a sábado; una contrariedad porque a toda costa era necesario que la visita fuese en domingo, dado que algunos de los amigos que conforman el Grupo Cultural Andando trabajan los sábados. Así lo expresé a la persona que me atendió por teléfono. Quedó en responderme en tres días, cosa que hizo proporcionándome una grata sorpresa: nuestra excursión era aceptada para el domingo 8 de abril. Más tarde me volví a poner en contacto con ellos porque los interesados superaban el tope de las 15 personas, todo fueron facilidades por su parte, cosa muy de agradecer.

Así que a las 10 de la mañana los expedicionarios nos fuimos congregando a las puertas del Centro de Recepción. Y cual no sería nuestra sorpresa cuando se presentó el guía: nada más ni menos que el Director del Conjunto Arqueológico: D. Marcelo Castro, quien, tras mostrarnos 2 breves vídeos, nos explicó cual iba a ser el programa de la visita, que se prolongó durante 3 horas que se nos hicieron breves gracias a las amenas, pero detalladas, de nuestro guía “de lujo”. Un auténtico profesional, apasionado de su trabajo, que sacrificó la mañana del domingo para atendernos. Con estas actitudes sí que se levanta un país. Nada que ver con la política, el cacareo o la propaganda insustanciales de nuestros políticos y su uso de los medios de comunicación de masas.

D. Marcelo se mostró orgulloso del equipo de trabajo con el que contaba, escaso, pero igualmente generoso y entusiasta, como él. Y eso debido a los bajos presupuestos debidos a la “crisis”. Puro voluntarismo (que tanto me gusta).

Nos llevó a los puntos más interesantes del extenso yacimiento, que abarca desde época ibérica (incluso tal vez tartésica)  pasando por la filiación a Cartago y luego a Roma (tanto durante las Guerras Púnicas, como con el Imperio y la época paleocristiana). 

Se nos explicó con todo lujo de detalles el estupendo mosaico romano que es “la joya de la corona” de Cástulo. Allí se nos adhirió un numeroso grupo de visitantes ajenos a nosotros. También nos ilustró sobre el templo paleocristiano, los restos de unas termas y un edificio que podía formar parte del foro y me recordó mucho a Torreparedones.

Detalle del mosaico

Terminada la visita al yacimiento, nuestro guía nos condujo hasta el Museo Arqueológico de Linares, donde nos explicó la exposición temporal que en ese momento se mostraba y trataba del mundo de las Creencias en varias de las culturas que por allí pasaron. La pieza estrella era una patena paleocristiana de vidrio labrado con el Pantocrátor y el crismón. Y nos señaló su parecido con una pieza parecida hallada en Córdoba. 

Patena de vidrio labrado

Tras ello nuestro guía se despidió y nosotros quedamos visitando otras salas del espléndido museo. Salidos de allí algunos de los participantes regresaron a Córdoba. Eran aproximadamente las 14 horas. Los que quedamos nos dirigimos al cercano pueblo de Guadalén, para comer en un estupendo restaurante, que estaba atestado y en el que hubimos de esperar hasta conseguir mesa. Por entonces ya solo quedábamos los “irreductibles”. 

Después de la copiosa, exquisita y barata comida, y su siempre atento servicio, los “más irreductibles todavía”, acudimos al cercano Paraje Natural de “El Piélago”, con su puente romano así como una casi derruida antigua “Fábrica de Chocolate”.

El Piélago

A pesar de la insistencia de nuestro cananero amigo José Luis en que visitásemos las próximas cercanas ruinas de Giribaile (que yo ya había visitado años atrás acompañado de él y un manojo de amigos), declinamos la invitación, bien por omisión o abierta negativa. Sobre todo después de la opípara comida, la pronunciada subida que había que realizar y lo avanzado de la hora del intenso día. Lo hemos dejado para otra ocasión, porque por allí hay materia para una excursión propia. De modo que decidimos volver a Córdoba cuando eran pasadas las 18 horas tras el intenso y fructífero día.


MÁS FOTOS: AQUÍ




No hay comentarios: