4.3.18

VIAJE A MURCIA (2018)



Catedral de Murcia

Es mi primer viaje con el IMSERSO. Ha sido por Antequera-Granada-Guadix-Baza-Gor-Puerto Lumbreras y Águilas, dónde llegamos sobre las 17:45. 

En Gor comimos hemos estupendamente y en Puerto Lumbreras hemos hecho una paradiña.

Al llegar al hotel el reparto de habitaciones ha resultado rápido, a pesar de que éramos un grupo de más de 50 personas. Y aunque me han asignado una habitación sin vistas al mar ni terraza al menos tiene bañera. Es un hotel de 4 estrellas pero de de no fumadores, pero muy bien situado junto al mar. Se trata del Hotel Puerto Juan Montiel y cuenta con un servicio de SPA de pago (25 €) del que no hemos podido disfrutar por lo apretado del programa. También tiene piscina climatizada gratis, pero he caído en la cuenta de que no me he traído el bañador.

En el autocar me han asignado un asiento junto a una señora muy simpática, futbolera y amante del arte llamada Mari, con la que además he compartido mesa todos los días junto a las también simpáticas, vitalistas y maestras Ana y Lola. Todas de Córdoba capital y muy experimentadas en estos viajes.

Una vez alojados he disfrutado de la terraza del hotel teniendo al frente el peñón de Águilas. Una bella vista.

Al día siguiente visita a Murcia capital. Día completo dónde hemos visitado la Catedral y luego un paseo por el casco histórico: Plaza de Santo Domingo, monumento a Paco Rabal, teatro (y su maldición) … Después subida al santuario de la Virgen de la Fuensanta, patrona de Murcia y  dónde no bebí agua del pocito de las monjas (contra las arrugas y otros padecimientos) pero que tiene un emplazamiento estupendo, dominando las vistas de la ciudad. Tras ello bajamos hasta La Alberca donde comimos. Por la tarde, en visita opcional (de pago), acudimos al Museo de Salzillo (siguen prohibidas las fotos, no. sé por qué) y luego al Casino, de estilo ecléctico: modernista, neomudéjar, hierro y cristal, clasicismo. Todo ello acompañados de un buen guía que nos explica magníficamente las composiciones de los pasos de Salzillo y nos hace notar, acertadamente, que al ser  grupos escultóricos que procesionan hay que verlos desde distintas perspectivas. Cuando estábamos en el santuario recibo una mala noticia: la muerte de mi tío Rafalín a cuyo funeral no podré asistir por encontrarme tan lejos. Volvemos al hotel muy tarde (20:30). Me encuentro exhausto, y después de la cena tomo un baño con abundante espuma antes de acostarme. 

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Monumento al Carnaval de Águilas (Ícaro)

En el 2º día de estancia visita matutina guiada por Águilas. Vemos el puerto pesquero con su Lonja y el Monumento al Carnaval (escultura de Ícaro), cuya importancia, y peculiaridades (musas, musona, la Cuerva…) pone de manifiesto nuestra simpática y preparada guía al tiempo que nos explica el porqué de haber elegido a este mítico héroe como símbolo de su carnaval. Luego subimos al castillo de San Juan y en el camino vemos una escaleras de acceso decoradas por jóvenes artistas con el patrocinio del Ayuntamiento. Una vez en el castillo (del siglo XVIII) nuestra guía nos hace una foto de grupo y luego nos repartimos por sus estancias. Desde su planta superior o azotea, en la que quedan un par de cañones de la época, gozamos de interesantes vistas de Águilas: desde su trazado ortogonal dieciochesco a dos de sus bahías y playas.

Tras la bajada nos dirigimos en autobús al CIMAR con barco pesquero de arrastre incluido (“José y Josefa”) activo hasta hace pocos años. Después comida de buffet en el hotel. Declino la visita a Lorca para la tarde porque me encuentro cansado y necesito echar la siesta, pasear y escribir en mi cuaderno de viaje; lo que hago en una terraza junto al mar en la playa de La Colonia. Disfruto de las vistas y la cercanía del mar, que me sentaron muy bien.

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Teatro romano de Cartagena

En el tercer día nos dirigimos a Cartagena (por la mañana ) y Mazarrón (tarde). Comemos en Cartagena, donde visitamos las Murallas Púnicas (cartaginesas) con guía y luego el Teatro Romano también guiados. Como nos dejan bastante tiempo libre, telefoneo a un amigo que vive allí y al que le prometí encontrarnos si era posible, pera andaba de obras en casa y no podía acudir. Apreveché el tiempo libre en visitar el Museo del Teatro Romano, contiguo al teatro pero al que no accedimos en la visita al propio teatro. Me ponen un precio especial (5 €) por ser jubilado, cosa que agradezco enormemente, porque me pidieron algún documento que acreditara y como no existe, que yo sepa, carnet de jubilado, se conformaron con la Tarjeta Dorada de Renfe. En este pequeño museo (obra de Moneo con musealización parecida al de Mérida) se exhiben las principales piezas encontradas en las excavaciones del teatro y otras anteriores o posteriores a su construcción. El Museo está conectado con el teatro y accedo a su cavea desde dónde pude hacer fotos desde distintas perspectivas, cosa que no fue posible durante la visita guiada, que se limitó a una pormenorizada y fructífera charla de guía sobre la historia y partes del teatro y su excavación.

Como seguía teniendo mucho tiempo libre, me senté en una terraza junto a la entrada al museo y frente al imponente Ayuntamiento de esta ciudad. Había nubes y corrían ráfagas de viento procedente del cercano puerto.


"Las Gredas", en Mazarrón

Por la tarde nos desplazamos hasta El Puerto de Mazarrón, dónde una joven simpática y preparada que resultó ser de Córdoba, nos llevó a “Las Gredas”, junto a la playa, una formación geológica muy interesante y que recuerda a la Ciudad Encantada de Cuenca, aunque de origen y dimensiones distintas. Previamente hicimos un recorrido en autobús por la pedanía de El Puerto de Mazarrón, una urbanización desértica llena de chalets vacíos o con el cartel de “se alquila”, etc. Esto fue antes de la visita guiada, porque llegamos casi una hora antes de la cita con la guía (17 horas), de modo que nuestro autocar aparcó en la también Estación de Autobuses, que se encuentra en el centro de esta pedanía, cerca del mercado y otros establecimientos en los que se veía algo de vida. Tras Las Gredas, volvimos, ya más tierra adentro, hacia la Torre de los Caballos, adosada a una ermita y desde cuyas vistas predominaban las vistas de esos chalets cerrados. A continuación nos dirigimos al Centro de Interpretación de los pecios fenicios encontrados bajo el mar hace no mucho y que siguen en un cofre metálico en el lugar de su hallazgo, a pocos metros de la playa. En el Centro de Interpretación atendemos las explicaciones de nuestra guía y podemos ver una maqueta del barco más entero a escala 1:3. Luego regresamos a nuestro hotel en Águilas. Es verdad que volvimos pronto (sobre las 19 horas) y tuve tiempo de tomar un relajante baño e ir recogiendo la maleta. Durante la cena (21 hora, como siempre) se decide por unanimidad adelantar el regreso a Córdoba a las 9:30 horas.

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Al día siguiente partimos puntualmente, con sol y buenas temperaturas como hemos gozado estos días, pero, ya en ruta, empezó a azotarnos la lluvia y las bajas temperaturas cerca de Baza, dónde hicimos una “parada técnica” y me tomé un descafeinado (por el frío, sobre todo). En el exterior del establecimiento los fumadores nos cobijamos bajo un toldo del que a veces caen gotas frías, y departimos con dos jóvenes agricultores de la zona que bendicen la lluvia, tras la sequía del año anterior. Por lo que dicen se dedican al cultivo del almendro.

Para comer nos paramos en un restaurante en ruta llamado “La Parada” cerca de Huétor Tájar. Lo hacemos rápidamente y con fruición. Los dos platos que nos sirven están buenos y combinan con el frío y lluvioso tiempo que nos ha acompañado durante el viaje. Seguimos y hacemos una parada en un área de servicio cerca de Lucena para que se puedan bajar los excursionistas de esa localidad (18) más algunos de Encinas Reales. Al llegar a Córdoba (temprano) vemos los efectos del temporal: árboles caídos y contenedores volcados e incluso desplazados hasta la calzada. Fin del viaje.

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