Cosme III de Médici, Gran Duque de Toscana
En el año 1668, y dentro de su periplo por
la Europa occidental que incluía una peregrinación a Santiago de Compostela, el
Gran Duque de Toscana visitó Córdoba, en la que permaneció del 8 al 14 de
diciembre.
Acompañado de su séquito, que incluía un
cronista del viaje y un dibujante, se alojó en el Convento de San Francisco.
Fue recibido con gran agasajo por el pueblo así como por las autoridades y
nobleza local, que además cumplieron la orden de la reina de tratarlo como
merecía su alcurnia. En su honor se celebró una corrida de toros en la plaza de
La Corredera, que, curiosamente, ocupa gran parte de la crónica de su viaje que
recoge Antonio Guzmán Reina en su artículo publicado en 1950, en el Boletín de
la Real Academia de Córdoba (páginas 103 a 131).
Por dicha crónica sabemos que visitó El Carpio y pasó por Alcolea. Y que dedicó una jornada a visitar el Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso. Sin embargo, resulta llamativo el poco aprecio por
la Mezquita-Catedral que también visitó y donde parece que le llamó más la
atención a la cruz supuestamente labrada por un cristiano cautivo durante la
época islámica y la Custodia del tesoro catedralicio.
Al parecer se interesó mucho por los
caballos andaluces, de los que quería adquirir algunos dado su renombre.
Visitó también el Convento de San Agustín,
donde fue recibido por su prior. Así como el desaparecido Convento de Santa
Inés, donde le emocionaron el bello canto de sus monjas, así como la belleza de
ellas. Y siguiendo con las mujeres cordobesas solo sabemos que eran muy
retraídas y solo hablaban con sus familiares (¿herencia morisca?).
Poca cosa de trajes y costumbres. Y en
cuanto a la economía casi únicamente se citan los cultivos que circundaban
Córdoba: olivares y cítricos.
En el Centro de Recepción de Visitantes de Córdoba se exhibe una especie de inscripción con un fragmento de la crónica del Gran Duque, cuya traducción viene a ser esta: "Córdoba (...) se extiende a lo largo de la orilla derecha del Guadalquivir, siguiendo el curso de sus aguas, por lo que los muros terminan en esta parte con el río, saliéndose por la puerta llamada "del puente" sobre el puente mismo que, fabricado todo de piedra, atraviesa el río, más allá del cual continúa un gran arrabal".
Fragmento de la Crónica en el Centro de Recepción de Visitantes
Una cosa me ha llamado la atención de éste,
al parecer, piadosísimo noble que escuchaba misa a diario. Y es que durante su
escasa semana de estancia en Córdoba, hubo dos días que no salió del
alojamiento. Y eso merece mi simpatía personal, porque es lo que marca la
diferencia entre turista y viajero: digerir, rumiar -si queremos- el sitio
dónde estamos.
Los cronistas cordobeses de la época no han
dejado apenas constancia de este viaje. Un viaje que ha pasado a ser un
proyecto Erasmus+ aprobado por la Unión
Europea y que será coordinado por mi antiguo instituto: el IES Medina Azahara,
con el enunciado de “A Journey Through Time” (Un viaje por el tiempo).
Vista de Córdoba en el siglo XVII
1 comentario:
Curiosidades de nuestra Córdoba. ;)
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