28.9.17

Casa da Música (Oporto)

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Vista exterior

La verdad es que en mi anterior viaje a Oporto dejé de ver este edificio moderno, dada la riqueza de patrimonio histórico artístico de la que es la segunda ciudad más importante de Portugal.

En esta ocasión disponía de tiempo para visitar esta joya de la arquitectura moderna obra del arquitecto Rem Koolhaas, el que diseñó el frustrado “Palacio de Congresos” de Córdoba que tanto dinero costó a la ciudad y que, jocosamente, muchos amigos le llaman “La Pinza”. Y otro que tras sus “no construcción” señala que la maldición del emir sigue viva, refiriéndose a al-Hakam I tras la “Rebelión del arrabal” (de Saqunda), que una vez sofocada el omeya mandó asolar, cubrir de sal y prohibir y maldecir cualquier construcción en esos terrenos para la eternidad. Hechos que quedan fidedignamente reflejados en su recientemente libro de historia llamado “La odisea de los rabadíes”.

Pero, volviendo al edificio del que nos ocupamos, he decir que para verlo optamos por una visita guiada en inglés. La visita, que duró casi una hora, fue muy instructiva.

El edificio se incrusta en una zona histórica de la ciudad. Y digo “se incrusta” porque así lo concibió el arquitecto cuando recibió el encargo: como un meteorito caído en la ciudad; de ahí  sus alrededores alabeados.

Su exterior es geométrico, de una geometricidad irregular con numerosos planos y aristas faltos de cualquier simetría. Resulta moderno pero también chocante en el entorno en que se halla.

Pero su interior no defrauda: es una caja de sorpresas. Aunque gran parte del edificio esté dedicada al auditorio o sala de conciertos, hay otros espacios más pequeños dedicados a otros usos: didácticos, de investigación acústica, ensayo e incluso una cafetería desde la que se tiene acceso visual y auditivo a la sala de conciertos, gracias a las dobles vidrieras onduladas que el arquitecto ha utilizado para mejorar la acústica a la par que aislar del ruido cafeteril.

Escenario del auditorio

Y siguiendo el tópico, su belleza (o mérito), reside en el interior; pues no se trata de un mero teatro o auditorio: es verdaderamente una “Casa de la Música” donde se puede hacer todo lo relativo a este arte: escuchar, experimentar, vivir la música en todos los sentidos. Y utilizando las nuevas tecnologías.

El autor y su equipo se documentaron muy bien para llevar a cabo este logro: nuevos materiales y nuevas ideas para hacer del edificio un auténtico “Templo de la Música”. Y el funcionalismo, como los asientos extensibles de su auditorio que permiten a cualquier persona ocupar o desocupar su asiento sin molestar a los demás asistentes. Un auditorio moderno que incorpora un órgano azul y dorado del siglo XVIII que no desentona.

También los paramentos flexibles de alguna de sus salas facilitan la propagación del sonido, aunque algunos de ellos se hallan erosionados debido a la curiosidad del palpar de sus visitantes (entre los que me incluyo). Pero es que, además, integra armónicamente los típicos azulejos portugueses en tan innovador edificio.

En fin, un lujo que no debemos perdernos y que fue diseñado con ocasión del nombramiento de Oporto como Capital Europea de la Cultura en 2001.


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